MARIVÍ BLASCO & JUAN C. RIVERA | CRÍTICA

Bajo el cielo de la noche

Juan C. Rivera y Mariví Blasco

Juan C. Rivera y Mariví Blasco / ACTIDEA

La conmemoración de los cuatrocientos años de la muerte de Giulio Caccini sirvió para que la pareja artística formada por Blasco y Rivera nos permitiera difrutar de un magistral acercamiento al universo expresivo y afectivo del primer barroco italiano, ese territorio estilístico que el dúo domina a la perfección y con el que consigue una comunión tal que es capaz de transmitir al oyente toda la emoción contenida en estas retóricas del desamor.

Mariví Blasco ha sabido establecer una completa identificación entre los perfiles personales de su voz y un repertorio que domina con plenitud de recursos. Es esencial para ello la claridad articulatoria que, incluso en los pasajes más movidos o más ornamentados, permite la comprensión del texto y, con ello, el sentido expresivo de algunas figuras retóricas que obtienen significado en función de las palabras sobre las que se apoyan, como es el caso de la languidez y morbidez con la que fraseó dolce desio en la famosa Amarilli mia bella de Caccini. Pieza ésta, como las demás de Caccini, controladas hasta el mínimo detalle, desde las regulaciones (magnífico ataque en la media voz de Dovrò dunque morire) hasta una ornamentación llena de sentido expresivo y muy bien resuelta técnicamente.Muchos fueron los vórtices afectivos del recital, pero cabe destacar dos: la acongojante Ninna nana de Merula, con su audaz e hipnótico ostinato sostenido sobre dos notas disonantes y deletreada por una Blasco transida de dolor con perfiles nuevos en cada estrofa; y Si dolce è‘l tormento, con su ascenso mágico al agudo en la última frase.Con la precisión e intimidad que le caracteriza, bien podría Rivera haberse desprendido de la letra para aportar mayor variedad en el fraseo y en los acentos.

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