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Cultura

Bobote y la tribu del flamenco salvaje

  • El reclamado palmero y bailaor recupera el lunes en el Lope de Vega 'De Triana a las Tres Mil... Boboterías'

Como un caballo salvaje, que no se deja montar por cualquiera, pero que de repente, cuando quiere, "te da un paseíto a compás"; así es el flamenco de José Jiménez Bobote, máquina humana del ritmo -junto al Eléctrico, ahora enfermo, que por eso no podrá acompañarlo esta vez, es el palmero más cotizado del actual panorama flamenco- y artista de la vida, con su voz de haberse acostado muy tarde muchas noches y algunas ni eso, con su mirada entre tímida y socarrona y con su incompatibilidad absoluta con las volutas teóricas e intelectuales últimamente tan socorridas en los espectáculos flamencos.

La imagen inicial, por lo demás muy apropiada puesto que el padre de este palmero galáctico y por momentos psicodélico -no le haría falta jurarlo: este hombre sabe lo que es una fiesta- era vendedor de caballos, la aporta su apóstol Torombo, que momentos antes del comienzo de la presentación de De Triana a las Tres Mil... Boboterías en el Lope de Vega, en la puerta del teatro, fumándose un cigarrillo mientras Bobote lo escucha y sonríe sin hablar apenas, se viene arriba: "Estamos en el flamenco y estamos en el pendrive", dice: "Mira. Esto es Bobote". Bobote es un radiocassette vintage con un puerto USB, que es el objeto que muestra Francisco José Suárez Barrera Torombo, porque conecta lo antiguo con lo nuevo, viene a decir.

Y lo cierto es que no deja de ser así, porque "sin perder jamás la identidad", el sabor "natural" del flamenco, "sin colorantes ni conservantes", todo eso que aprendió desde pequeño en su familia, una de las que hace casi 40 años tuvo que dejar Triana para "exiliarse en los polígonos" -ese es el verbo que escoge-, sin olvidarlo Bobote, que algo sabe también de bailar, es capaz de conectar con la sensibilidad vanguardista y abstracta de figuras como Israel Galván, tan sólo uno de los artistas flamencos indiscutibles del momento que lo llaman continuamente para contar en sus representaciones con sus "palmas para parar un barco", y aquí habla de nuevo Torombo, feliz portavoz del maestro parco.

"Pero esas son otras historias", advierte Bobote. Lo que se verá el lunes en el Lope, y que ya se vio en la última Bienal de Flamenco de Sevilla, es una reunión de Bobote con una quincena de amigos, artistas con tanta personalidad y "tan espontáneos", apunta Torombo -director del espectáculo junto al mismo Bobote y Eugenio Iglesias-, que "muchos directores de compañías no saben cómo manejarlos porque no saben por dónde van a salir". "Y la cosa", añade, "es dejarlos a su aire, que no parezcan robots ahí encima, sino que se comporten como en la calle". Justo así, con libertad y pocas reglas escénicas, está planteado el montaje, "aunque nosotros no somos personas de montaje", se apresura a aclarar Bobote.

"Nosotros lo que somos es callejeros. Y lo que hemos hecho ha sido reunir a unas pocas personas y cada una da lo más bueno que tenga; pero ya les he dicho yo que den poquito, cinco minutos cada uno, pero de lo poquito, lo mejor. No por nada, sino porque la gente quiere siempre más pero no hay que ser pesado. Calidad sí hay que tener, ahí es donde uno tiene que pesar, pero cuanto menos pesado sea uno, mejor. Y luego el caso es que la gente me viene y me dice que el espectáculo es corto. Coño, corto no es, si dura más de hora y media, cuánto querrán que dure...", dice Bobote. Torombo al quite: "Es un expresso, tito. Es eso, un expresso puro, no un descafeinado, para qué va a querer nadie un descafeinado".

"Con todo el equipo, con la tribu, todos juntitos", Bobote volverá a rodearse el lunes de "los artistas más delicados de España", dice con guasa, porque hay quien "primero pide que se le llene el frigorífico, para que no se le vean las rejillitas, y luego ya actúa". Herminia Borja, Mari Vizarraga, El Vareta y Guillermo Manzano (al cante); Ramón Amador, Paco Iglesias y Caracafé -"un Jimi Hendrix del flamenco", en la definición de Torombo- (al toque); José Carrasco a la percusión; y el propio Torombo y Pepe Torres al baile y al compás, acompañarán sobre las tablas a esta estrella de las palmas (y del rock & roll) que sólo se pone serio cuando piensa en El Eléctrico, su amigo del alma, al que todos le dedicarán la actuación.

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