Cultura

Brillante ortodoxia

Ciclo Jóvenes Intérpretes del Teatro de la Maestranza. Programa: Obras de Schumann, Brahms, Debussy, Bernstein y Poulenc. Intérpretes: Pablo Barragán, clarinete, y Juan Pérez Floristán, piano. Lugar: Sala Manuel García. Fecha: Martes 11 de noviembre. Aforo: Casi lleno.

Había expectación en el Maestranza por escuchar el recital del joven marchenero Pablo Barragán, formado inicialmente en Sevilla y la Fundación Barenboim pero cuya impresionante trayectoria como solista lo ha proyectado ya a las mejores salas de concierto de Europa, pese a sus escasos veintisiete años. Lejos de defraudar, Barragán superó las expectativas.

El recital -pese a su longitud, tocado todo él de memoria, comme il faut- se ciñó estrictamente, en programa e interpretación, a los cánones de la tradición centroeuropea del XX, y ello ya desde su planteamiento, con obras del repertorio más típico del instrumento, y ordenadas históricamente. En las románticas Barragán lució un sonido cálido, más limpio aún en Brahms que en Schumann. Su técnica, siempre sobradísima, le permitió flexibilizar las dinámicas a voluntad sin perder homogeneidad sonora, y conducir las frases con un excelente legato; a los amantes del historicismo nos hubiera gustado sacrificarlo un poco al gesto musical pequeño y a una dicción más clara de la articulación: cuestión, tal vez, de gustos. Pérez Floristán asumió siempre el rol secundario del buen acompañante, tanto en lo sonoro como en cuanto a iniciativa musical, siempre en buena conjunción y muy claro en la separación de planos pianísticos.

Aún más a gusto se encontraron clarinetista y pianista en la segunda parte, ya dedicada al siglo pasado, desde Debussy, pasando por un juvenil Bernstein, a la animada melancolía, siempre un punto irónica, de Poulenc. Resultó tal vez no tan abrumadoramente limpia en lo técnico como la primera, pero a cambio llena de diálogos, de ritmos complejos, de toques jazzísticos perfectamente jugados por ambos músicos. Hubo más atmósferas, más colores, más complicidad entre ambos, rematados con una elegante canción francesa como despedida (Bonsoir) para un público encantado. Barragán no es ya una promesa, sino un excelente músico con todo por delante. Esperemos que no sólo lo disfruten los suizos.

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