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Crítica 'Un toque de violencia'

Capitalismo, barbarie y simulacro

Un toque de violencia. Drama, China-Japón, 2013, 123 min. Dirección y guión: Jia Zhangke. Fotografía: Yu Likwai. Música: Lim Giong. Intérpretes: Jiang Wu, Meng Li, Lanshan Luo, Baoqiang Wang, Jiayi Zhang, Tao Zhao. Cine: Avenida.

Un toque de violencia, película ganadora del premio al mejor guión en el Festival de Cannes de 2013, supone un cambio de rumbo evidente, regenerador para algunos, decepcionante para otros, en la trayectoria de Jia Zhangke, el más reconocido e importante de los cineastas chinos de la Sexta Generación, León de Oro en Venecia 2006 con Naturaleza muerta.

Un cambio de rumbo en el que las maneras minimalistas, contemplativas y antonionianas que le granjearon prestigio en títulos como Platform, Unknown Pleasures, The World o 24 City, en las que también se dejaba sentir una alianza entre las formas de la ficción y la mirada documental, dan paso ahora a una voluntad mucho más clara por la narración y, en lo que sí parece ya una novedad absoluta en su obra, una decantación por las formas del cine de género que, con la tradición a cuestas (el wuxia clásico A touch of zen, de King Hu, es un referente explícito ya desde el mismo título), se materializan ahora en un tratamiento seco, abrupto, espectacular y estilizado de la violencia.

Una violencia (institucionalizada) que ya formaba parte del paisaje moral de sus anteriores filmes, en los que se dejaba sentir el peso del orden de la colectividad sobre el individuo en unos tiempos cambiantes, pero que ahora se exterioriza en brotes súbitos, sangrientos y furiosos que quieren funcionar como catarsis liberadora para una serie de personajes, protagonistas de cuatro historias dispersas basadas en sucesos reales que Zhangke hilvana levemente, que no van a encontrar otra salida ante sus respectivas situaciones de explotación, abuso, aislamiento o solipsismo en las que el capitalismo salvaje muestra su peor cara, o tal vez la única en un país podrido que no ha conocido transición entre la mano dura del comunismo y las luces de neón del mercado.

Con todo, y siendo el primer episodio el más destacable de todos en su carácter más orgánico y desarrollado, Un toque de violencia tal vez peque de un exceso de subrayado en su propósito global, como si, además del género y la representación de la violencia, Zhangke hubiera tenido la necesidad de enseñar demasiado las cartas de su nueva apuesta, definitivamente ya a mitad de camino entre el cine de autor y los modos y peajes de cierto world cinema para públicos más amplios. Sólo el tiempo dirá por qué sendero apuesta para su carrera futura.

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