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Exposiciones

Carmen Laffón regresa a Rafael Ortiz

  • La galería a la que estuvo vinculada la artista le dedica una exposición al año de su muerte.

  • La muestra se plantea como una celebración del arte pero también de la amistad.

Entre las piezas expuestas destaca una fotografía de Carmen Laffón joven.

Entre las piezas expuestas destaca una fotografía de Carmen Laffón joven. / José Ángel García

En una fotografía colocada en una vitrina, junto a catálogos de la obra de la artista, una joven Carmen Laffón posa con la cabeza apoyada en una mecedora, ataviada con la bata de trabajo y los pantalones manchados de pintura, una sonrisa esperanzada. Rafael Ortiz y Rosalía Benítez compraron esa imagen en blanco y negro, tomada por Javier de Medina, en una exposición que organizaba Cavecanem, y ahora rescatan ese retrato para la muestra que dedican a la creadora a la que estuvieron ligados profesionalmente durante cuatro décadas: desde 1981 en que empezaron a colaborar con ella –un año antes de que Laffón recibiera el Premio Nacional de Artes Plásticas– y hasta noviembre de 2021, cuando la pintora murió en su casa de La Jara, en Sanlúcar de Barrameda.

Carmen Laffón. Dibujos y esculturas, que puede verse en la galería Rafael Ortiz hasta el 11 de febrero, despliega esa sabiduría discreta y el sobrio lirismo que caracterizaban a la autora sevillana, un largo viaje que va desde los retratos de niños al carbón que hizo en los 70, figuras infantiles que duermen o leen y en las que su amigo Juan Bosco Díaz-Urmeneta distinguía miradas enigmáticas y más desazón que ternura, hasta el más reciente Bodegón de uvas y hojas de parra, uno de los motivos que exploraría en una trayectoria atraída por los paisajes cercanos, como el perfil del Coto de Doñana o las salinas.

‘Bodegón de uvas y hojas de parra’, la obra más reciente de la exposición, fechada en 2020. ‘Bodegón de uvas y hojas de parra’, la obra más reciente de la exposición, fechada en 2020.

‘Bodegón de uvas y hojas de parra’, la obra más reciente de la exposición, fechada en 2020. / José Ángel García

El recorrido de la exposición incluye creaciones significativas como la Mesa, relieve y tableros, la primera escultura de gran formato que abordó Laffón en su carrera, o uno de los Armarios a los que dotaba de una emoción que no se espera de un objeto inerte. Hay relecturas de la Historia del Arte, con homenajes a Verrocchio o a Murillo, pero la cita trasciende el valor artístico de las piezas y se erige en la celebración de una larga amistad, la de la pintora y los galeristas, un vínculo marcado por la “admiración y la complicidad”. Las obras, cuentan Ortiz y Benítez, remiten a “una sucesión de recuerdos de los años recorridos con ella”.

‘Mesa, relieve y tableros’, la escultura que recibe al visitante en Rafael Ortiz. ‘Mesa, relieve y tableros’, la escultura que recibe al visitante en Rafael Ortiz.

‘Mesa, relieve y tableros’, la escultura que recibe al visitante en Rafael Ortiz. / José Ángel García

Así, en los fondos seleccionados laten la vida y la memoria: tras los dibujos y las esculturas reunidas se vislumbran las tres muestras individuales que montaron en la galería; los viajes “ya fueran para montar exposiciones de sus obras en otros espacios o por disfrutar de las muestras de otros artistas amigos comunes; las visitas a sus estudios de Sevilla y a La Jara, siempre acompañadas de largas charlas”...

Y las “dudas” y “certezas” que albergaba la artista, porque a Laffón le gustaba consultar a sus allegados cuando trabajaba en una obra, no ocultaba su vulnerabilidad y su incertidumbre, nunca cargó con una máscara que no fuera la de su personalidad genuina, su honestidad en las antípodas de la impostura. Son muchas las anécdotas que aluden a su perfeccionismo, que le llevaba a hacer modificaciones hasta minutos antes de inaugurar una exposición. “Cuando pintó el retrato de los Reyes, estuvo corrigiendo un detalle del cuadro mientras esperaba el camión que se llevaría la obra, porque había descubierto a la luz del día algo que quería cambiar”, recuerda Rosalía Benítez sobre la disciplina que siempre movió a su amiga, una artista “universal que siempre iba hacia adelante como reto establecido, permanente, en su vida”. Cuando murió, todavía en activo, Laffón mantenía el entusiasmo, ese rigor que destilaban sus obras y que se aprecia ahora en la selección de Rafael Ortiz.

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