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Un tesoro embargado

Catorce pasos del peculiar vía crucis sevillano contra las artes plásticas

  • El Bellas Artes sufre el pertinaz desdén y la consumada torpeza de Sevilla al considerar sus museos, colecciones y espacios expositivos como una carga y no como un tesoro.

En Sevilla, a tenor de cómo se comportan tradicionalmente la sociedad y sus instituciones, la palabra museo es sinónimo de estático, inmóvil, rutinario, pesaroso. No es un tesoro, sino una carga. Por eso hay muchos menos museos de los que se le presuponen a una ciudad como Sevilla, y por eso los tiene tan arrumbados. El desdén hacia el Bellas Artes es contumaz. Forma parte de una paradójica aversión a la promoción de las artes plásticas. Las clásicas y las contemporáneas. Increíble, pero cierto, en la tierra natal de Velázquez y de Murillo. Dos modernos de su época.

Ni fu ni fa. El Bellas Artes se quedó atrás en la gestión cultural porque padece desde hace más de un cuarto de siglo todos los defectos y ninguna de las ventajas de la cohabitación entre su titular (Gobierno central) y su administrador (Gobierno andaluz). Ninguno lo potencia, ninguno lo abandera, ambos lo consideran un marrón que no pueden rentabilizar políticamente. Prefieren pensar que el pueblo asocia ese museo de Sevilla... al Ayuntamiento.

Nefasta transición. La etapa actual de la pinacoteca se remonta a su reapertura en 1993, tras 17 años de cierres parciales y 4 años de cerrojazo total. Las obras de modernización no concluyeron a tiempo para lucir todo su potencial durante la Expo 92. Ni siquiera le fue bien en el único año donde en Sevilla todo lo iniciado hallaba su finalización sí o sí.

Fuera de la ruta. Por no estar al lado de la Catedral, la Giralda y el Alcázar, sufre menor atención en todo tipo de detalles. Nadie previó antes de la Expo, durante la reurbanización de Torneo, un lugar donde los autobuses turísticos de grupos organizados pudieran hacer una segunda parada, para que sus clientes se acercaran al Museo. Para más inri, en 1992 comenzaron a circular los buses descapotables, tan del gusto de turistas que se organizan su propia ruta, y hasta ¡septiembre de 2012! no se les ha permitido circular por el centro y parar junto al Bellas Artes.

Se puede avanzar. El actual desplome de las arcas públicas justifica recortes y demoras. Pero no todos. Se podría convocar un concurso de ideas para definir el proyecto museográfico y la cuidadosa adaptación del Palacio de Monsalves. En Oviedo es más reciente la demanda de ampliar su Museo de Bellas Artes, y han avanzado más que en Sevilla. Ahora se han parado las obras por la falta de dinero (comenzaron con 20 millones) pero con lo ya realizado en la primera fase quieren abrir antes de 2015, y proseguir después con la segunda fase. Es un caso a tener en cuenta en Sevilla, pues en la actualidad utiliza tres edificios en pleno casco antiguo y con la ampliación pasan a ser cinco.

Recuerden: Murillo 2017. El Palacio de Monsalves debería haber catapultado la oferta pictórica  del Bellas Artes para auparse en 2017 a la efeméride  del cuarto centenario del nacimiento de Murillo. Pero la ciudad no tiene que renunciar a vertebrar un buen proyecto cultural para esa fecha. Si se unen muchas instituciones (Museo de Bellas Artes, Universidades, Arzobispado, Archivo de Indias, Pabellón de la Navegación, Focus Abengoa, Orquesta Barroca, Cámara de Comercio, etcétera) para vertebrar de modo transversal la extraordinaria Sevilla de los tiempos de Murillo. En pintura, escultura, arquitectura, literatura, música, teatro, ciencia... Que todavía no se haya puesto en marcha, indica la falta de liderazgo del Ayuntamiento.

¿Gasto o inversión? Cuando se pondera el tremendo despegue del turismo cultural en Bilbao se piensa sólo en el Guggenheim, que acaba de cumplir 15 años. Va mucho más allá. El Bellas Artes bilbaíno cuenta en su patronato con el Gobierno autonómico, la Diputación vizcaína y el Ayuntamiento de Bilbao. Cada  uno aprobó en sus presupuestos de 2012 una partida de 1.500.000 euros para el Bellas Artes. No está tan lejos de los 4 millones anuales que aportan al Guggenheim tanto el Ejecutivo vasco como la institución provincial.  En Sevilla, se mira para otro lado.

Sin ingresoa atípicos. El Bellas Artes de Bilbao, para captar ingresos, es receptivo al posible alquiler de seis espacios distintos para recepciones, presentaciones, cócteles, cenas y  reuniones: la Galería Arriaga, el Nexo, Auditorio, el Hall Chillida, el Hall Auditorio y el Hall Mogrobejo. En el de Sevilla no está potenciada esta vía de ingresos atípicos, ya habitual en instituciones culturales. Por ejemplo, mediante el uso de sus patios. 

Falta de sinergias. En tiempos de precariedad se evidencia aún más la aversión a las sinergias en la Sevilla cultural. Tenemos Bellas Artes de Museo, de Facultad y de Academia. Y un Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. Y un Centro de las Artes municipal. Colaboren al servicio de ideas imaginativas para animar el cotarro a menor coste. En Valencia, donde están que trinan con el Gobierno de la nación porque se han evaporado los 3 millones aprobados para 2012 en favor de la ampliación de su Museo de Bellas Artes, y no habrá tampoco ni un euro para 2013, el Gobierno autonómico ha puesto de acuerdo al Museo de Arte Moderno (IVAM), al Museo de la Catedral y al de Bellas Artes para ofrecer en 2013 tres exposiciones conjuntas, con sus propios fondos, sobre Arte y Religiosidad, Arte y Gastronomía, Arte y Moda. Mejor eso que nada. En Valencia  saben que la principal motivación del viaje para el 65% de sus visitantes es el turismo cultural.

Granjearse la antipatía. El próximo viernes 26 se celebra en Sevilla una Noche en Blanco de puertas abiertas a la cultura, con el mérito añadido de ser promovida por ciudadanos: Asociación Sevillasemueve y el blog Cultura de Sevilla. 35 lugares tendrán actividad. Y la Junta de Andalucía tendrá cerrados sus museos, incluido el Bellas Artes. Eso no ocurre en ninguna ciudad europea que vive semejante movida. Ni en las andaluzas.

Santa Clara y Santa Inés. La Operación Monsalves embarrancada no impide plantearse la exhibición de contenidos con el marchamo Bellas Artes en otros enclaves de valor histórico que están habilitados para usos expositivos. La Consejería de Cultura tiene sin actividad las salas del Monasterio de Santa Inés. Y el Ayuntamiento está potenciando el de Santa Clara. ¿Por qué no coordinar la celebración de muestras y estimular que el público transite de unas  a otras? 

Sin la ventaja regional. Pervive el aldeanismo andaluz para desaprovechar la potencia conjunta en arte. Si se plantearan proyectos conjuntos de envergadura entre los museos de Sevilla, Granada, Córdoba, etcétera, (Andalucía Barroca fue la excepción), serían igualmente factibles acuerdos e intercambios en la globalización imperante, con exposiciones propias y foráneas que giraran por las principales capitales andaluzas, antes o después que por otros países y continentes, sirviendo de fuente de ingresos por la exportación de arte y por la importación de turistas. Sigamos el ejemplo de Francia.  Los Museos de Bellas Artes de Toulouse, Montpellier, Estrasburgo, Marsella, Burdeos, Lyon, etcétera, forman parte de Frame, red de 26 instituciones museísticas francesas y norteamericanas. Gracias a eso, Toulouse y Montpellier comparten este año con la californiana Los Ángeles la exposición Caravaggio y su legado. 

¿Franquicias? Tampoco. Sevilla tampoco ha sabido jugar sus bazas para incorporar una subsede de alguna gran institución museística, tipo Guggenheim, Louvre, Hermitage, Thyssen. En Barcelona gestionan crear un museo con fondos del Hermitage de San Petersburgo, como lo tiene Amsterdam.

El museo de Cajasol. Si corre riesgo de materializarse la ampliación del Bellas Artes hacia Monsalves, más en el limbo está la promesa de Antonio Pulido, cuando lideró la fusión de El Monte y Caja San Fernando, de convertir sus sedes de Sierpes y Plaza de San Francisco en centro cultural y museo de pintura sevillana de los siglos XIX y XX. El eslabón perdido en la oferta diaria con rango permanente. Ratificaría el interés de la creación plástica en Sevilla hasta nuestros días. Ahora es La Caixa quien tiene la última palabra.

Bienal mal planteada. Fulgor de ciudad proclive a construir la casa por el tejado, más aún en los eufóricos tiempos de la era del ladrillo. La Bienal de Arte Contemporáneo (2004, 2006 y 2008), ha fenecido por sus deudas y por no fundarse incorporando al cúmulo de estimables y esforzados minifundios de las artes sevillanas (no sólo las plásticas, también las escénicas y las audiovisuales), para construirla de abajo arriba, con más inventiva y con menos grandeur. Oportunidad perdida por exceso de vanidades que restan en lugar de sumar y de sembrar.

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