El matador de toros madrileño Cayetano Rivera Ordóñez paseó las dos orejas del tercero, un noble toro de la ganadería de Juan Pedro Domecq, el único ejemplar potable de una corrida desrazada, deslucida y muy aburrida, en la que Ponce no tuvo opciones y Perera arrancó una oreja del quinto a base de apostar.

El tercero fue un ejemplar con nobleza con el que Cayetano se gustó en el capote a pies juntos y con el que protagonizó un gran comienzo de faena, por alto. Llevó largo y templado al toro por ambas manos, conectando rápido con el público, que vibró en muchos momentos y también en los remates de faena. El final de su labor, con trincherillas y pases de la firma, tuvo alta nota. Una estocada contraria y un descabello precedieron al corte de las dos orejas.

Otra oreja paseó Miguel Ángel Perera del quinto, un toro sin clase ni raza con el que destacó en un quite y con el que dejó buen inicio con cambiados, apostó para traerlo por los dos pitones y al que terminó acortando distancias antes de dejar una buena estocada que le valió el trofeo.

Con el segundo astado no hubo opción ante un toro parado y sin raza.

Enrique Ponce se topó con un animal flojísimo al que intentó mantener en pie pese a las protestas del público.

El cuarto astado tampoco tuvo nada fuerzas ni raza y Enrique Ponce, que lo saludó a la verónica rodilla en tierra, lo templó por una serie en redondo hasta que se apagó. Se puso tesonero el valenciano, pero falló a espadas.