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Cómic

Un Corto Maltés cuarentón y pesimista

  • La nueva aventura del legendario marino lo sitúa en el Berlín de 1924, durante la República de Weimar

Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero, en la presentación.

Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero, en la presentación. / Alejandro García (EFE)

Más humano y envejecido, así es el casi cuarentón Corto Maltés de Nocturno berlinés, de Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero, última entrega del "resucitado" marino de Hugo Pratt, protagonista aquí de un thriller en la convulsa Europa de entreguerras de hace un siglo, una época con demasiadas similitudes a la actual.

Esta "obra de autor a cuatro manos" se sitúa en el Berlín de 1924, durante la República de Weimar, y supone un claro giro argumental con respecto a títulos anteriores: se aleja del exotismo en el que se solía mover este aventurero del cómic para ofrecer una versión "más urbana y nocturna" de la serie, ha explicado este miércoles el guionista Díaz Canales en la presentación del volumen, el cuarto que realizan de forma conjunta.

Un Corto pesimista -el ambiente del continente no invita a otra cosa- desembarca en la capital alemana, cuyos habitantes se recuperan aún de la "Gran Guerra" y de las humillaciones del Tratado de Versalles, y en la que se ve abocado a investigar la extraña muerte de un amigo judío, experto en ocultismo, en medio del ring ideológico entre el germen del nazismo y la expansión comunista.

Para que esta historia de traiciones y conspiraciones avance de forma ágil y el lector pueda entender mejor el momento histórico, Díaz Canales se toma algunas licencias cronológicas: "La literalidad se pueden encontrar en otras fuentes", advierte.

Convierte, por ejemplo, al que fuera genial periodista Joseph Roth en amigo de Corto, un poco apátrida como él, que le ayudará a desenmarañar una historia en la que se cruzan conspiradores contra la república (la clandestina organización Cónsul, "que veía a Hitler como un pringado"), antisemitas, sociedades ocultistas o la búsqueda del antiguo tarot Visconti-Sforza, un "macguffin" extra de suspense.

La pareja de autores construyen un Corto que se acerca a los cuarenta, al que se le nota que todo lo que ha vivido le ha dejado marca, que empieza a sentirse un poco viejo, que ha visto marchar a muchos amigos, al que le cuesta mostrar sus encantos masculinos ante las chicas a las que dobla la edad, y que él mismo bromea sobre su dificultad para ofrecer las respuestas ingeniosas de antaño.

En este volumen es imposible no encontrar paralelismos entre la crispación que sirve de trasfondo histórico a este Nocturno berlinés (Norma) con la situación actual en Europa, pero también, señala el guionista, con los ataques que la II República Española, una democracia incipiente que como Alemania surgía de una monarquía, sufrió de los movimientos sociales más reaccionarios.

"Aunque no creo que la historia se repita, esa época tiene mucho que ver con lo que sucede ahora, el ascenso del populismo, el afán de buscar soluciones rápidas a problemas complejos, río revuelto en el que pescan muchos, apelar al miedo para llegar al poder...", remarca Canales, que subraya que por este tono pesimista y de fin de una época, Nocturno berlinés es, sin duda, "una obra hija de su tiempo".

Berlín es también una ciudad nueva en el paisaje de Corto, una novedad de la que Pellejero saca partido gráfico en la utilización del negro y de los colores planos, para mostrar una urbe "viva", en ebullición, culturalmente muy creativa, como reflejan las creaciones cinematográficas, que se cuelan en las viñetas, o la vida nocturna.

"Me gustó leer el texto de Juan y ver a un Corto más humano y realista, que sufre por sus amigos", comenta el dibujante, que se ha tomado todos estos cambios como un aliciente en la composición visual, en esa mezcla de tramas argumentales, incluido el esoterismo y el ocultismo, ante los que el marino, como hacía su creador original, Hugo Pratt, mantiene una visión curiosa pero escéptica.

El dibujante se ha documentado para mostrar ese Berlín de los veinte, pero sin pretender ser exhaustivo, sin hacer ostentación del detalle, combinando imágenes diferentes para plasmar calles y cabarés, por los que desfila una aspirante a actriz llamada Marlene Dietrich.

"Esta es una obra de autor, porque nos implicamos los dos en su desarrollo; si veo algo que creo que no va a funcionar, lo discutimos, una veces gana uno y otras, otro", descubre Pellejero sobre la forma de trabajo del tándem, que ha permitido a Corto evolucionar de forma natural: "nunca hemos querido hacer una copia", insiste el dibujante.

Es la cuarta vez que Díaz Canales y Pellejero se hacen con el mando del personaje de Pratt (1927-1995) tras los tres títulos anteriores publicados también en Norma: Bajo el sol de medianoche, Equatoria y El día de Tarowean.

Una difícil misión para la que han tenido "un régimen de libertad absoluta", sin traicionar el espíritu del personaje, ni alterar tampoco la biografía del marinero, que se seguirá escribiendo poco a poco, y para la que se "reservan la carta" de poder hacer que visite alguna ciudad española, como ya dejó entrever el propio Pratt.

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