Cruz y delicia de la guitarra

Pablo J. Vayón

29 de julio 2012 - 05:00

XIII Noches en los Jardines del Real Alcázar. Francisco Bernier, guitarra. Programa: Andalucía y el Mediterráneo de la mano de Tárrega, Llobet y Albéniz. Lugar: Jardines del Alcázar. Fecha: Viernes 27 de julio. Aforo: Lleno.

Francisco Bernier (Sevilla, 1975) es un guitarrista prodigioso, uno de los más grandes de nuestro tiempo, aunque aún no tenga la consideración de muchos otros y, sorprendentemente, ni siquiera haya debutado con la Sinfónica de Sevilla, un agravio incomprensible. El viernes volvió a demostrarlo en las Noches del Alcázar, donde tocó de memoria un programa de notable exigencia con tres de los grandes nombres de la guitarra española del penúltimo cambio de siglo.

Albéniz jamás escribió para la guitarra y su obra es de un idiomatismo pianístico perfecto, pero los ritmos y colores de su música más españolista se ajustan tan bien al espíritu de las seis cuerdas que desde siempre los guitarristas la asumieron como propia. Mallorca tuvo en las manos de Bernier el tono reposado, nostálgico y un punto introspectivo de la barcarola; Cádiz, una de las obras del maestro catalán donde más evidentes son las resonancias guitarrísticas (esos tresillos de semicorchea en el acompañamiento), fue la luz serena; Sevilla, la jarana del ritmo de seguidillas, magistralmente contrastada con la doliente sección central.

La musicalidad y la elegancia, la flexibilidad en la línea de canto, la variedad en el acompañamiento dominaron todo el recital, haciéndose exquisitez pura en las tres bellas canciones populares catalanas armonizadas por Miguel Llobet, y cuando las dificultades pusieron a prueba su digitación, emergió el virtuoso, que no pudo evitar pequeños problemas articulatorios en el fragmento más delirante de las Variaciones sobre La Traviata de Tárrega (Croce e delicia…), a las que dio en cualquier caso un tono reconcentrado y reflexivo, que saltó por los aires en el Carnaval de Venecia, en el que la guitarra imita al violín alucinado de Paganini, de donde parte. El tono folclorista de la Gran Jota de concierto, con sus curiosos efectos de tambor y su arrolladora rítmica, cerró el recital antes de que, fuera de programa, los duendes que pueblan los Recuerdos de la Alhambra confirmaran el triunfo.

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