Lo que Einstein se calló

Rovira y Miralles buscan 'La última respuesta' del Nobel (y de cada uno) entre peripecias, intriga y divulgación científica

Francesc Miralles y Álex Rovira, durante su reciente visita a Sevilla.
Francisco Camero / Sevilla

29 de noviembre 2009 - 05:00

"La fuerza sin amor es energía gastada en vano". Para cuando puso por escrito este pensamiento, aseguran Álex Rovira y Francesc Miralles, Albert Einstein era ya "un humanista", un "gran metafísico", una figura "más próxima a un Buda o un Jesús que a un científico convencional". También un hombre cuya personalidad había experimentado grandes cambios -"autista" en su infancia, "duro y cruel" en su juventud, "tierno, bondadoso y empático" en su madurez- y con una vida rica en lagunas, o "enigmas", como lo llaman los autores de La última respuesta (Plaza & Janés), novela ganadora del Premio Torrevieja 2009.

Algunos de esos "enigmas" son, por ejemplo, "las dudas sobre la participación de su primera esposa, la matemática serbia Mileva Maric, en varias de sus teorías, incluida la de la relatividad"; o "qué pasó con la hija que ambos tuvieron, de la que Einstein, que sabía que existía, nunca volvió a saber nada". Pero la principal es ésta: "¿Cómo es posible -se pregunta Miralles- que un hombre que en la primera mitad de su vida fue tan brillante e hizo tantísimas propuestas, en los últimos 25 años de su vida no produjera nada nuevo?". En realidad lo hizo. "Llegó a una conclusión que no se atrevió a publicar, que prefirió callar, porque pensó que la Humanidad no estaba preparada aún para entenderla", dice Rovira.

Ésta es al menos "la especulación" de La última respuesta, para las que son necesarias muchas preguntas. "¿Y si la masa fuera en realidad amor? ¿Y si el universo no fuera más que la cristalización de una voluntad de bien, y si ese orden oculto que subyace a todo fuera una energía de tipo espiritual? ¿Qué hay entre el átomo y las partículas elementales? ¿Qué hay en la materia oscura del universo; no hay nada o hay una energía inteligente, consciente, ahí, en la materia oscura?", enumera Álex Rovira, convencido de que el "pensamiento que "separa alma y mundo", esa ciencia "práctica pero que se carga la esencia", ésa "no llega a ningún sitio". "La que es valiente, la que sabe que el sistema inmunológico se refuerza a partir de la ternura y no tiene miedo de reconocerlo, ésa es la ciencia que puede salvar el mundo".

En torno a todas estas cuestiones construyen los dos autores su novela, protagonizada por Javier, un guionista radiofónico un poco canalla y con maneras de loser, y la seductora Sarah, especialista en la vida del científico alemán y mujer con gusto por dosificarse con misterio ante los demás. "Tiene ingredientes de thriller, es una aventura trepidante, con diferentes escenarios, con golpes de efecto y amenazar, pero tiene también una dimensión pedagógica. No es sólo evasión, es también una aventura del conocimiento", dice Miralles, tratando de explicar de paso el palabro con que han apellidado su thriller: "inspiracional", cuyo objetivo es, ni más ni menos, que el lector "pare y piense".

"Preferimos hablar de thriller inspiracional, o de crecimiento personal, porque la etiqueta de autoayuda se usa a veces despectivamente, y con razón, porque hay mucho refrito y mucha banalidad", dice Rovira. "Yo nunca he escrito una novela literaria -continúa-. Yo no vendo motos. Empecé a escribir a partir de un proceso de mucho sufrimiento, y lo hago siempre con sumo respeto y cariño. Por eso me duele que a veces se pueda ver al autor de libros de autoayuda como un fraude. Yo creo mucho en la filosofía y en el amor como terapia".

Desde el primer momento ambos compartieron una misma "visión de la vida", de los "valores", del "ser humano". Fue, dicen, un "flechazo intelectual"; ocurrió hace algunos años, durante una entrevista en la radio. "Es todo fácil: no hay vanidades, no hay competencia, la cosa fluye de manera natural", dice Rovira, autor junto a Miralles de El laberinto de la felicidad. A ambos les ha gustado la pareja protagonista de La última respuesta, de modo que, "en un par de años o así", comenta Miralles, se plantean escribir otra aventura con ellos. Antes de eso llegará, casi con toda seguridad, dice por su parte Rovira, un libro para niños al que ya andan dándole vueltas.

Por lo pronto, los derechos de la obra ganadora del Torrevieja han sido adquiridos ya por una editorial alemana, "la más importante del país en este género", puntualiza Rovira, y por una serbia, que ha prometido a los autores "un lanzamiento más grande que el de Dan Brown", aparte de que se trabaja ya en 11 traducciones del libro. Un previsible recorrido internacional exitotoso que no los distraerá de las cosas importantes, a saber, "amar, ser amado, ser útil, no joder e intentar encarnar la belleza", y lo demás es "perderse en la periferia".

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