Naím Thomas. Actor y cantante

"No tenemos que ponernos exquisitos: Plauto pensó sus comedias para el pueblo"

  • El intérprete representa esta semana en Itálica 'Contaminatio', un alocado montaje escrito por el gaditano Jesús Torres.

  • Thomas ha compuesto junto con Raúl Gama la música de la obra

Naím Thomas (Premiá de Mar, Barcelona, 1980), en la obra.

Naím Thomas (Premiá de Mar, Barcelona, 1980), en la obra.

Entre los recursos de los que se sirvió Plauto para conformar su abundante obra estaba el método de la contaminatio, con el que el dramaturgo fusionaba en una sola obra dos o más piezas de autores griegos para ofrecer nuevo material a su entusiasta público. El gaditano Jesús Torres, reciente ganador del Premio Teatro Autor Exprés de la Fundación SGAE, optó por un procedimiento similar –inspirarse en textos de Plauto como Aulularia, Miles Gloriosus o Anfitrión– para una producción que se titula precisamente Contaminatio y que se representa en Itálica, dentro del ciclo de los Teatros Romanos de Andalucía, desde este miércoles hasta el sábado (entradas a 16 euros, 13 con descuento). Naím Thomas, protagonista y autor de la música de este montaje, explica a Diario de Sevilla las particularidades de este espectáculo que busca desde la risa, como Plauto en su época, la agradecida complicidad del autorio.

–Cuenta Jesús Torres que el primer día que reunió al equipo escribió en una pizarra: "Contaminatio = mezcla". Y que a partir de ahí construyeron el espectáculo...

–Yo soy parte del equipo desde el principio y ya sabía a lo que iba, pero sí, en los ensayos escribió eso, que contaminación era igual a mezcla. Esto conlleva que los ricos se mezclen con los pobres, que los solteros se junten con los casados, que los guerreros más aclamados se acerquen al vecino más pobre. Un totum revolutum. Jesús Torres ha hecho un triple salto mortal hacia atrás para esta producción: ha cogido varias historias de Plauto y con ellas ha hecho esta obra. El resultado es muy divertido. Contaminatio comienza con una celebración dedicada a Ceres, la diosa de las cosechas y la fecundidad. Mi personaje, Pleubucles, ha dejado embarazada a Venusia, lo que lo complica todo porque la chica es la prometida de Miles Gloriosus.

El reparto de 'Contaminatio', una creación de El Aedo Teatro. El reparto de 'Contaminatio', una creación de El Aedo Teatro.

El reparto de 'Contaminatio', una creación de El Aedo Teatro.

–La obra se estrenó hace ya tres años en el Festival de Mérida, con lo que lleva tiempo conviviendo con su personaje. ¿Cómo lo definiría?

–Diría que Pleubucles no ha dejado de tener una parte de niño. Es hijo de una familia rica, también el amante de una chica guapa pero pobre a la que deja embarazada. Ella, como dije antes, está prometida al soldado Miles Gloriosus, y la pareja tiene que recurrir al esclavo Palestrión para que monte un engaño y Miles desista de ese matrimonio. El problema de Pleubucles es que es un poco dramático, si le pica una hormiga tiene ganas de tirarse de un sexto piso. Es un personaje muy agradecido: es junto con Palestrión el primero que rompe la cuarta pared y se comunica con el público.

–Todo clásico dialoga de algún modo con el presente. ¿Éste también?

–Aquí hay referencias a la cultura actual, a la política, un Miles Gloriosus que con sus frases remite a gobernantes nuestros... Se mantiene el contexto romano, pero se habla de microondas o de elementos que no deberían estar ahí. Es una licencia que se permite en una comedia tan alocada como ésta, que no persigue principalmente la verosimilitud. Y no tenemos que ponernos exquisitos: las de Plauto, como ocurría con Shakespeare, eran comedias para el pueblo.

"Me gustaría seguir haciendo cine. Yo no me etiqueto, ya es suficiente que los demás lo hagan"

–La compañía define la obra como audaz y sarcástica. ¿Es así la música que ha compuesto junto a Raúl Gama?

–Esa idea de contaminación está ahí: es capaz de mezclar una balada tipo Disney con un número de Broadway o una tarantela. Debo confesar que, al principio, cuando hablaba con Jesús me liaba un poco. Yo le decía que todo era muy ecléctico, y él me respondía que eso era precisamente lo que quería. Hay una sorpresa muy surrealista y muy alocada que es muy actual, pero que no se debe contar... La música, en todo caso, está al servicio de lo que se narra. La historia era suficientemente potente y lo que hacemos nosotros es subrayarla.

–Alessio Meloni diseñó una escenografía con muchas puertas para resaltar el carácter de vodevil de Contaminatio. ¿En un escenario de las particularidades de Itálica ha podido mantenerse?

–Sí, se ha conservado. Lo de las puertas es un método muy antiguo y muy usado, pero que nunca deja de funcionar. Todo en Contaminatio encaja muy bien. Los actores, por ejemplo, formamos una compañía muy experimentada. Aunque muchos somos jóvenes, ya andamos en los 30 y poseemos experiencia, y nos compenetramos muy bien entre todos. Jesús, además, tiene mucho mérito, sabe sacar el talento que tiene cada uno, extraer lo mejor de cada actor para ponérselo al personaje.

–Ha hablado antes de “compañía experimentada”. Mucha gente no lo sabe, pero como actor usted ha trabajado con Peter Greenaway, Ventura Pons, Vicente Aranda o Fernando Fernán Gómez. ¿El cine sigue estando entre sus intereses?

–Claro. Yo no me etiqueto, ya es bastante que te etiqueten los demás. Yo admiro a Greenaway, vi El vientre del arquitecto y me moría por trabajar con ese hombre, y aquella ocasión se dio. Pero a veces también trabajas con un director que está empezando y encuentras con él una energía maravillosa. Siento un gran cariño por Ventura Pons [con el que hizo Caricias (1998) y Manjar de amor (2002)]. Me descubrió una manera de trabajar en el cine que yo no conocía. Y tú ves Caricias y están bien todos los actores, porque a Ventura le gusta trabajar con ellos. Y una experiencia muy bonita fue rodar Muerte en Granada (1996) con Marcos Zurinaga, que se portó como un padre, y con Andy García. Recuerdo que Andy, que era humilde y cercano, te contaba que llegó a Miami con siete dólares y una maleta. Yo he tenido mucha suerte, la verdad, he trabajado con pocos cabrones. Coincidí con Fernando Fernán Gómez en Pesadilla para un rico (1996) y es verdad que él tenía mucho carácter, pero lo entendías. Ese hombre era un genio y podía exigirle a los demás el resultado que tenía en su cabeza. Fuera del rodaje era un hombre buenísimo, pero sólo se recuerda aquella vez que se cabreó en público y dijo aquello de “¡A la mierda!”. Es una pena.

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