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Cultura

'Gacetilla rimada' reivindica al Jardiel Poncela poeta

  • Visor publica una colección de versos del autor que aparecieron en la prensa en los primeros años 20

Enrique Jardiel Poncela.

Enrique Jardiel Poncela. / d. s.

"Hoy, ¡ay!, el dolor me embarga / pues me ha dicho una vecina / que la moda femenina / es llevar la falda larga. / Señoras: ¡por compasión!, / no adopten moda tan fea. / ¡ Horror! ¡Que así no las vea / en la próxima saison!". De todas las facetas que cultivó Enrique Jardiel Poncela (Madrid, 1901-1952), un escritor que no tuvo miedo a adentrarse en todo tipo de géneros, la más desconocida hasta el momento es su poesía, la parte de su producción que faltaba por reivindicarse en el proceso de revalorización que ha vivido el legado del autor en los últimos años. Ahora, Visor publica Gacetilla rimada. Poemas socio-políticos, un volumen que recupera los versos que el dramaturgo hizo para el diario La Correspondencia de España durante los años 1921 y 1922 y en los que un jovencísimo Jardiel ya exhibía esa mirada marcadamente personal, llena de inteligencia y mordacidad, que caracterizaría sus creaciones más celebres.

En el prólogo que firma Enrique Gallud Jardiel, nieto del escritor y uno de los mayores divulgadores de su obra, el especialista cuenta que era habitual que el autor de Usted tiene ojos de mujer fatal o Eloísa está debajo del almendro recurriera a la poesía en su vida diaria. "Jardiel disfrutaba con este género y se conservan muchas cartas personales a familiares y amigos escritas íntegramente en romance", evoca el descendiente. Su habilidad en este campo era tal que llegó a confesarle a su discípulo Gustavo Pérez Puig que había planteado Angelina o el honor de un brigadier en verso "porque tenía prisa por acabarla" y escribiéndola en prosa tardaba más.

En Gacetilla rimada, que coge el título de la sección que tuvo Jardiel en La Correspondencia de España, una experiencia con la que aquel muchacho "comenzó a hacerse un nombre en el mundo de las letras", sostiene su descendiente, el autor aborda cuestiones cotidianas como el exceso de publicidad que inunda las calles ("porque, caballeros, / hay tal profusión, / que sufrimos todos / cartelización") o la lotería de Navidad ("a mí, lector, no me inquieta / el sorteo de mañana, / porque no he tenido gana / de jugar ni una peseta"), lamenta la inestabilidad política y observa con preocupación a sus compatriotas ("¡Qué país, válgame el cielo! / Cualquier cuestión baladí / le hace discutir, hablar, / ponerse fuera de sí..."), y, lo que sería un rasgo determinante en su obra posterior, abraza el humor como una suerte de redención. "Pues si no tomase yo / a guasa lo que aquí pasa / ¡me moría!... Y eso no, / ¡porque iba a ser mucha guasa!", escribe en un poema concebido como un diálogo donde se enfrentan dos hombres "que piensan de opuesto modo: / uno todo lo ve mal / y otro se ríe por todo". A esto último, con extraordinaria lucidez, se dedicó el dramaturgo, narrador... y, sí, también poeta.

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