BRYNDÍS GUDJÓNSDÓTTIR | CRÍTICA

Una voz en busca de su público

Pianista y soprano ante un teatro casi vacío.

Pianista y soprano ante un teatro casi vacío. / Federico Mantecón

Resulta desolador y desesperante que una ciudad que se llama a sí misma Ciudad de la Música sólo sea capaz de reunir a treinta personas para escuchar a la ganadora del último Certamen Nuevas Voces Ciudad de Sevilla. Y que de los que se llaman a sí mismos Amigos de la Ópera, organizadores del mencionado Certamen, sólo asistan tres o cuatro es escandaloso.

Ante el desierto panorama del Espacio Turina, la islandesa Bryndís Gudjónsdóttir revalidó lo argumentos por los que se alzó con el primer premio del Certamen el pasado mes de noviembre. Estamos ante una soprano lírico-ligera poseedora de una voz de inusitada anchura y potencia para su tipo de voz, en la que lo normal son voces timbradas pero de estrecho rango. No, en el caso de la islandesa su facilidad para moverse con seguridad en la franja del sobreagudo (rutilantes los Mi y los Fa que coronaron O Zitre nicht) y para desplegar cascadas de coloraturas se combina con un una voz de sobrado volumen y anchura en el centro. Las cuestiones puramente técnicas están perfectamente resueltas: emisión clara, articulación nítida, proyección perfecta sin adherencias de gola o de nariz, afinación impecable, con saltos interválicos limpios y correctos. Así lo demostró en las piezas más pirotécnicas, como en el aria de Mitridate o el conocido pasaje de Candide. Otras cosa es el canto más expresivo, la atención al legato, el fraseo cuidadoso a base de reguladores, cuestiones que sólo asomaron algo en las canciones islandesas, de canto más recogido.

Buen acompañamiento de Kozlovska, sobre todo en las canciones más reposadas.

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