XIII Noches en los Jardines del Real Alcázar. Miguel Rincón y Pablo Zapico, guitarras barrocas. Programa: 'Sones de la Vieja y la Nueva España' (obras de Gaspar Sanz, Santiago de Murcia y Francisco Guerau). Lugar: Jardines del Alcázar. Fecha: Miércoles 25 de julio. Aforo: Casi lleno.

Los tres grandes nombres de la guitarra barroca española (Sanz, Murcia y Guerau) concurrieron el miércoles en el Alcázar en un recital servido por dos de los jóvenes talentos más activos en los conjuntos de música antigua de nuestro país, el sevillano Miguel Rincón y el asturiano Pablo Zapico. El programa nacía de la fusión de aires y danzas de origen diverso, algunos, como la zarabanda, el cumbé o el fandango, indudablemente americanos o salidos del cruce de civilizaciones que se produjo en el Nuevo Mundo en el siglo XVI, otros, como pavanas, pasacalles y folías, surgidos en Europa.

De los libros de guitarra dejados por estos tres grandes maestros del instrumento, el de Guerau es muy especial, por su carácter fundamentalmente contrapuntístico y su rechazo casi absoluto de la técnica del rasgueo, que había hecho popular a la guitarra a principios del XVII. Con buen sentido, Miguel Rincón tocó en solitario una Pavana de Guerau y sus variaciones sobre Marizápalos (con unas Jácaras a dúo entre medias, curiosa y eficaz forma de contraste), y lo hizo con claridad polifónica y delicadeza, poniendo mayor énfasis en la naturalidad de cada frase que en el color.

Escrito para una guitarra sola, en los últimos años se ha puesto de moda la interpretación de este repertorio en conjuntos más o menos variados. Con sus dos guitarras, Zapico y Rincón aprovecharon para doblar algunas melodías, intercambiar los papeles de solista y acompañamiento, desarrollar líneas del bajo o multiplicar las variaciones, como hicieron con unos Canarios fundidos a un Fandango en el que luego se recrearía Zapico en solitario y con gracia. Sonido siempre bien matizado, elegante y flexible el de este dúo de guitarristas, variado en el color y con un uso inteligente de los silencios y las retenciones expresivas, especialmente en su tan personal visión de los Canarios.