Homenaje a Antón García Abril | Crítica

Un clásico de nuestro tiempo

El Concierto mudéjar de García Abril en el Espacio Turina.

El Concierto mudéjar de García Abril en el Espacio Turina. / P.J.V.

Aunque los conciertos empezaron ya el pasado viernes, este funcionó como el inaugural del XII Festival de la Guitarra de Sevilla, y bien otorgado estaba ese título, pues se ofrecía un homenaje al gran compositor turolense Antón García Abril, fallecido en marzo pasado, con un estreno absoluto, un estreno sevillano y un auténtico clásico del repertorio español del último siglo. En la interpretación, además, dos extraordinarios guitarristas andaluces, entre ellos, Francisco Bernier, alma del certamen y posiblemente el máximo especialista actual en la obra de García Abril.

El concierto empezó con el estreno de una obra encargada por el festival al compositor portugués José Carlos Sousa. Don Quijote es una pieza con pretensiones descriptivas pero desde una modernidad más bien ecléctica, que empieza minimalista, jugando con el silencio y los contrastes de dinámicas, hace uso de algunas técnicas extendidas y no renuncia a un melodismo casi costumbrista. Bernier y Antonio Duro, que actúan desde hace años juntos bajo el nombre de Sevilla Guitar Dúo, sirvieron el estreno con absoluta solvencia, y ello antes de afrontar una obra de García Abril que se presentaba en Sevilla y de la que Bernier es dedicatario. Homenaje a la Giralda parece evocar una Sevilla nublada (rarefacción de las armonías, densidad de las texturas al principio) que va aclarándose a menudo que avanza el día, como preparándose para la fiesta flamenca del final. Versión antológica, plagada de matices y de profundidad, de Bernier y Duro.

En la segunda parte del concierto, una así llamada Orquesta Contrastes Records, creada para la ocasión por trece instrumentistas de cuerdas, algunos bien conocidos de otros conjuntos sevillanos (OBS, Zahir, Orquesta Bética) acompañó a Bernier en una obra de notable celebridad de García Abril, su Concierto mudéjar, pieza de arquitectura plenamente clásica, fluido melodismo y distinguida seducción tímbrica, que alcanza cotas de intensa expresividad en su Andante central. García Rodríguez puso la transparencia en el acompañamiento, la orquesta sonó con elegancia y tersura y el solista mostró una vez más su finura en una interpretación irreprochable, hecha desde la claridad impoluta de la digitación y plena de cantabilidad y sensibilidad.

Es una lástima que pese a estar ya en su duodécima edición, este festival siga ofreciendo al aficionado una colorida pero confusa página web en la que no es posible hallar ni  un solo programa con un mínimo de  detalle. En la sala tampoco se entregó nada. Y eso ayuda poco a crecer a un certamen que en lo musical funciona cada año de forma más que razonable.

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