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INNsolitus Trio | Crítica

Aires neoclásicos y jazzísticos

Felix Niederstätter, Bence Bubreg y Marton Bubreg en el Teatro Cajasol.

Felix Niederstätter, Bence Bubreg y Marton Bubreg en el Teatro Cajasol. / P.J.V.

Ciertamente resulta insólito este trío que junta a clarinete y saxofón con piano y que nos trajeron dos hermanos alemanes de origen austro-húngaro y un pianista alemán, todos muy jóvenes, en torno a los 20 años. Insólito hasta el punto de que las tres obras que tocaron en trío eran arreglos de piezas escritas para otras formaciones, pero esto es normal.

Lo de Shostakóvich era además el arreglo de un arreglo, ya que se trata de cinco piezas para dos violines y piano que Lev Atovmian hizo a partir de bandas sonoras del amigo. Lo que se escuchó queda muy lejano de la idea que tenemos del espíritu del genio ruso, una serie de danzas de tendencia neoclásica. El neoclasicismo (o quizás, eclecticismo) estuvo también detrás del Tema con variaciones de Françaix (para clarinete y piano) o de la Sonatine bucolique de Sauguet, esta pieza sí habitual de los saxofonistas. Se salía de esta órbita Tanada y su Mysterious morning III, para saxo solo, obra de escritura textural y compleja.

Los hermanos Bubreg mostraron siempre buen control del fiato, flexibilidad en el fraseo y detallado trabajo con las dinámicas. Pero fue en las otras dos obras interpretadas en formato de trío en las que el grupo se destapó, ya que el pianista Felix Niederstätter, que había pasado bastante desapercibido, ganó protagonismo en los Preludios pianísticos de Gershwin y en el Rag del diablo del tunecino Jean Matitia. Fue en el lenguaje de las síncopas y en los quiebros rítmicos donde se sintió más cómodo y arrastró a sus compañeros, lo que terminó de confirmarse en las famosas y siempre bien recibidas Czardas de Monti de la propina.

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