Inéditos de Vivaldi
La 'Vivaldi Edition' del sello Naïve publica un segundo disco con obras recién halladas del genial compositor veneciano.
Vivaldi: New Discoveries II. A. Hallenberg. A. Steck. A. Kossenko. Modo Antiquo. Federico Maria Sardelli Naïve (Diverdi).
Desde que sus Cuatro estaciones se pusieran de moda tras la Segunda Guerra Mundial, la imagen de Antonio Vivaldi (Venecia, 1678 - Viena, 1741) ha cambiado tanto que hoy resulta difícil entender la enorme cantidad de prejuicios que durante décadas fue arrastrando su música, producto de un hombre brillante, pero superficial, cuyo arte se reducía a la aplicación de fórmulas rutinarias, lo que hacía de sus piezas instrumentales un tedioso muestrario de clichés y de sus óperas, un conjunto deslavazado de arias y recitativos sin auténtico sentido teatral.
Musicólogos, intérpretes y editores han cambiado en las últimas décadas la percepción general, y hoy Vivaldi es universalmente aclamado por la suntuosidad de su vena melódica, el vigor de su sentido rítmico, la riqueza de su paleta de colores y la eficacia dramática de su armonía. La discografía ha tenido buena culpa de esta transformación y muy en concreto la monumental edición que, partiendo de los fondos vivaldianos custodiados en Turín, inició en el año 2000 el sello Opus 111 y ha seguido publicando luego Naïve.
La extraordinaria Vivaldi Edition acumula ya varias decenas de referencias y en los últimos años ha sorprendido incluso con dos discos de novedades absolutas, que incluyen hallazgos de partituras de Vivaldi perdidas o asignadas recientemente a su autoría. El segundo de estos discos, interpretado como el primero por el conjunto Modo Antiquo de Federico Maria Sardelli, acaba de aparecer e incluye nueve piezas rescatadas en varios países. Vestigios de una ópera de 1725 que se daba por perdida, L'inganno trionfante in amore, se han encontrado en Enghien (Bélgica) y Berlín, dos arias en cada ciudad, las berlinesas solo con el acompañamiento del continuo (las ha orquestado Sardelli). Se añade un aria de Ipermestra (Florencia, 1727) que apareció, junto a otros restos de esta ópera, en la biblioteca de la californiana universidad de Berkeley. Toda la parte vocal del disco se beneficia de la interpretación exultante y emotiva de la mezzo sueca Ann Hallenberg, una de las auténticamente grandes del actual panorama barroco.
De las cuatro piezas instrumentales, el Concierto para traverso en re menor Il Gran Mogol, hallado en Edimburgo, es en realidad un original de otro ya conocido, catalogado como RV 431, que es versión reducida de este, mientras que el Concierto para violín en la mayor, proveniente de Dresde, figuró un tiempo como de dudosa autoría. Las dos Sonatas encontradas en Londres, una en versión para órgano y la otra sin indicación instrumental, han sido identificadas por Michael Talbot como originales para violín y bajo continuo, y así se interpretan aquí y así se han catalogado. Incisivo y brillante, aunque de sonoridad agresiva y algo seca, el violín de Anton Steck, mientras que el flautista Alexis Kossenko maravilla por la flexibilidad y la sensualidad de su sonido. Modo Antiquo acompaña con una fuerza y un fulgor que hoy todos los buenos aficionados relacionan ya con el universo del gran maestro veneciano.
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