Con el teatro Távora colgando el cartel de agotadas las localidades y la promesa de volver a programarla más adelante la compañía Grupo TAPAS, creada en 1998, ha puesto en escena una excelente versión de la reconocida obra de la dramaturga francesa Yasmina Reza que desde su estreno en 2006 se ha convertido en un feroz retrato de una sociedad que ha basado en lo políticamente correcto una forma de relacionarse llena de eufemismos que oculta nuestros comportamientos más viscerales.

Dos familias se reúnen en una casa burguesa para intentar entender una pelea entre dos chicos adolescentes que ha desembocado en que uno de ellos haya perdido dos dientes.

José Manuel Martí dirige y adapta con soltura el texto de Reza y convierte a una de las parejas en un matrimonio homosexual de dos mujeres. La obra titulada ‘Carnaza’ en esta versión se plantea como un partido de dobles de tenis en el que los contrincantes, llenos de sus inevitables miserias, van cambiando de pareja a medida que la conversación-enfrentamiento va tomando forma. El alcohol, la droga legal de nuestra sociedad, ayuda a que las diferencias, un tanto tópicas de las parejas, vayan aflorando y el darwinismo en el que se basa la evolución de la especie acaba por imponerse.

Este tipo de teatro basado en la palabra necesita unos buenos intérpretes que sepan mantener desde la mínima tensión basada en una falsa cordialidad hasta ese in crescendo que termina por  descubrir la falsedad de ambas parejas. La formada por María Llorente, la más comprometida y su mujer, Pepa Carrasco, más visceral, se enfrenta a Ida Deurbergue, con su exquisito acento francés y su cónyuge, Javier Luque, un cínico descreído. Entre los cuatro consiguen, con la batuta de Martí, un momento único lleno de teatralidad y fuerza que encandiló al público presente.