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Artes Escénicas

Marco Vargas y Chloé Brûlé amplían la familia para celebrar su 15 aniversario

  • Con un elenco de cinco intérpretes, la compañía sevillana estrena el próximo miércoles en el Teatro Central su último trabajo 'Los cuerpos celestes'

Marco Vargas y Chloé Brûlé posan en su estudio de la Plaza del Pelícano.

Marco Vargas y Chloé Brûlé posan en su estudio de la Plaza del Pelícano. / José Ángel García

Todo empezó cuando el bailaor Marco Vargas, después de haber transitado por la compañía de Mario Maya, la Compañía Andaluza de Danza y La Cuadra de Salvador Távora, pensó que tenía que caminar por sí mismo en este complicado mundo del flamenco. Fue entonces cuando se encontró con Chloé Brûlé, una canadiense licenciada en danza clásica que había llegado a España para aprender flamenco. ¡Y vaya si lo aprendió!

Pronto decidieron unirse y buscar la manera de expresar sus inquietudes. A lo largo de los años, Marco Vargas & Chloé Brûlé han creado un lenguaje propio, ajeno a las sempiternas diatribas entre lo que es y no es flamenco, con el que han recorrido un sinfín de escenarios y han recibido numerosos premios.

Las 24, su primera pieza, se estrenó en el Mes de Danza de 2005 mientras que la segunda, Cuando uno quiere y el otro no, lo hacía al año siguiente en la Feria de Teatro de Palma del Río y alcanzaba ya un éxito relevante. Con su lenguaje ecléctico y teatral, sus dúos tenían cabida en todo tipo de espacios y festivales, por lo que pronto se los vería en espacios tan diferentes como la Bienal de Sevilla o el Mercat de les Flors de Barcelona, por hablar solamente de la geografía española.

A estos trabajos le siguieron otros –entre ellos algunas piezas cortas de calle– como TI-ME-TA-BLE, estrenado en la Bienal de Flamenco de 2008, donde obtuvo el Giraldillo a la Innovación; Tripolar, Colección privada, Me va gustando, Naufragio universal y Libertino, que obtuvo seis candidaturas a los Premios Max y en el que, de manera inusual, ampliaron el elenco con el cantaor Juan José Amador y con los textos y la interpretación de Fernando Mansilla, otro astro recientemente desaparecido, al que la compañía ha querido dedicarle Los cuerpos celestes junto a Jabi Machado.

Ahora, a punto de cumplir 15 años, la compañía da un nuevo giro y, además de ampliar la familia a cinco miembros, se enfrenta a un nuevo método de trabajo.

En el viaje por la galaxia que proponen, cada intérprete se identifica con una estrella o un cometa

“Lo normal, al emprender un nuevo proyecto, era hacer un largo trabajo de mesa del que salía el tema principal, a partir del cual desarrollábamos toda la narrativa antes de empezar a trabajar físicamente”, explica Marco.

“Pero llevamos muchos años trabajando solos y de pronto los dos sentimos el deseo de compartir la escena con otros artistas”, añade Choé, quien también nos cuenta que la idea surgió a partir de un taller que hicieron en Torreblanca el pasado año, en el ámbito del programa “Bailar mi barrio” del Mes de Danza.

La compañía decidió entonces buscar algunos cómplices, pero no llevó a cabo audición alguna sino que, por una u otra vía, fueron llegando para quedarse Yinka Esi Graves, Gero Domínguez y el músico Miguel Marín.

En junio de 2018 hicieron un laboratorio de improvisación, según Marco, “completamente libre porque no queríamos imponer nada. Se trataba de poner los cuerpos en movimiento a ver qué salía y la cosa empezó a funcionar. Había una buena química y, poco a poco, empezaron a surgir un dúo por aquí, un trío de los hombres por allá… ".

Así fueron apareciendo distintos fragmentos que, más tarde, se unieron, tesela a tesela, hasta formar el puzle. Un laborioso trabajo en el que han sido fundamentales las dos residencias realizadas en el Teatro del Centro Cultural de la Villa de San José de La Rinconada. “Estamos muy agradecidos a Antonio Castro, su director, y por supuesto al Ayuntamiento, porque es fundamental para cualquier artista tener acceso a un teatro para ultimar todos los detalles antes del estreno”, afirman casi al alimón los coreógrafos. Fue allí, añaden, donde surgió la evidencia de que el teatro bien podía ser un observatorio astronómico y la caja escénica la visión de un telescopio, es decir, otra mirada sobre el ser humano como ser único y completo, pero a la vez insignificante en el conjunto del universo.

Un auténtico viaje por la galaxia en el que Vega, una estrella muy difícil de ver con nitidez, podía ser Yinka Esi Graves –“una diosa”, según Marco y Chloé–, una bailaora londinense de padre jamaicano y madre ghanesa que se enamoró del flamenco y ha recorrido medio mundo con su baile intenso y apasionado que le sigue saliendo de las tripas a pesar de la esmerada técnica adquirida.

Miguel Marín ha creado la música en el estudio, en diálogo constante con la energía del baile

Y siguiendo por el espacio, Miguel Marín se sitúa en la gran Nube de Oort, el punto más lejano al que ha llegado una nave espacial, mientras que el fascinante planeta Marte se identifica con Chloé. Más lejos, a 45 segundos luz, Orión es Gero Domínguez, un peculiar e inquieto bailaor y coreógrafo sevillano que sigue su propio camino desde 2011 con espectáculos como FundaMetalmenteFlamenco, Estrambótico o El afilaó, pieza corta que se pudo ver durante el Mes de Danza del pasado año. Finalmente, habrá que viajar 13 horas luz para llegar a Alfa Centauri, o lo que es lo mismo, para ver a Marco Vargas con todo su bagaje.

Este universo se expresa en una partitura muy coral de siete movimientos en la que “no vamos a ser otra cosa que nosotros mismos; se trata de que cada uno saque su brillo y lo lleve al límite para hacer brillar a la compañía”, afirma Chloé.Los cuerpos celestes cuentan, además, con una banda sonora realmente envolvente y creada ex profeso para la compañía. “Ha sido un auténtico lujo tener un compositor como Miguel Marín en el estudio, en diálogo constante con la energía que emanaba del baile. Verdaderamente se ha creado un universo común, además de que Marín es también un cuerpo más en el escenario en el que toca la percusión en directo”, sigue diciendo Chloé.

Junto a los cinco intérpretes, otro equipo de fieles colaboradores ha trabajado a la sombra, gracias en gran parte a la confianza y al entusiasmo de la coproductora Elena Carrascal. Entre ellos: Antonio Godoy para el espacio escénico, Ismael Fernández, de La aguja en el dedo, para el sencillo vestuario, y Antonio Valiente para la siempre importante iluminación. Un equipo en el que todos han sumado y cuyos frutos podrán verse el próximo miércoles, a las 21:00 en el Teatro Central.

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