Machado frente a la incertidumbre

Rodríguez Almodóvar y Caballero Bonald abren las jornadas poéticas del espacio

Rodríguez Almodóvar y Caballero Bonald, ayer en Santa Clara.
Rodríguez Almodóvar y Caballero Bonald, ayer en Santa Clara.
Braulio Ortiz / Sevilla

16 de febrero 2011 - 05:00

El escritor Antonio Rodríguez Almodóvar buscaba una idea que se apartara de "los carriles habituales" por los que suelen transitar los homenajes. La ocasión -la apertura del remodelado Convento de Santa Clara- y el protagonista elegido para este episodio -Antonio Machado- exigían agudizar el ingenio, dirigir el foco hacia algún destino nuevo que no causara en el espectador la impresión de una experiencia ya vivida. Y "pensando de qué manera podíamos hacerlo", reconocía ayer el autor, "se nos ocurrió hablar con él". Había una manera de entablar esa conversación: partiendo de los fragmentos de su obra. Al fin y al cabo, se enfrentaban a un poeta que, como señala Rodríguez Almodóvar, dejó tras de sí una producción literaria que era "un puro debate consigo mismo", un cuadrilátero donde pugnaban, a menudo con fiereza, "sus múltiples yoes". Yo vivo en paz con los hombres / y en guerra con mis entrañas, se desnudó el sevillano en sus versos. De esos enfrentamientos consigo mismo y con sus desdoblamientos, de sus dudas y sus flaquezas, se compuso el retrato que firmaron al alimón Rodríguez Almodóvar y José Manuel Caballero Bonald en las jornadas inaugurales de Santa Clara.

Porque "el principio de incertidumbre es algo que acompaña siempre a Machado, que está con él toda su vida, toda su obra", observa Caballero Bonald. El autor de Manual de infractores cree que "la duda nos hace pensar de forma más ambiciosa y aventurada", y Machado encarna esa sabiduría fraguada entre vacilaciones. El jerezano admite que fue "un lector tardío, más bien defectuoso" del creador de Campos de Castilla. Los primeros contactos con sus versos no le despertaron, precisamente, "un fervor inmediato". Aquella lírica desprendía "un aspecto didáctico que yo no conseguía asimilar del todo"; el trazo de los paisajes tenía, en su opinión, "una especie de severidad descriptiva" que no estimulaba la imaginación del joven. Fue el hallazgo de Juan de Mairena el que cambió radicalmente su perspectiva: a partir de entonces Machado sería "el modelo a seguir, el ejemplo de una actitud poética y humana". La misma creación provocó también en Rodríguez Almodóvar esa sacudida, porque le abría las puertas a "un poeta heterodoxo que no tenía nada que ver con esa imagen blanda que nos habían transmitido, con la persona que nos habían inculcado".

Aquel recordado Retrato que comienza en un patio de Sevilla y acaba con un hombre ligero de equipaje marcó las pautas del diálogo de Caballero Bonald y Rodríguez Almodóvar con Machado. Así, los autores hablaron de la relación del poeta con su ciudad natal, y también de cómo moldeó su ánimo su paso por Castilla -"era un poeta sevillano-castellano", dijo Bonald-, de su soledad y del "descubrimiento de la necesidad del otro", de su rechazo al barroquismo o su particular religiosidad, de cómo la herida de la muerte de Leonor confirió una estremecedora hondura a sus textos. Y hoy, a las 19:00, otros dos escritores consagrados, Felipe Benítez Reyes y Andrés Trapiello, seguirán andando el camino de Machado en Santa Clara.

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