Cultura

Los Morancos: 45 años liberando risas

César y Jorge Cadaval, Los Morancos, con la tarta que celebra sus 45 años de carrera.

César y Jorge Cadaval, Los Morancos, con la tarta que celebra sus 45 años de carrera. / Cartuja Center CITE

Es viernes y hace calor de primavera alta en las calles. Treinta y tantos grados en la solana. Aprietan las calores en la Cartuja, en esta zona de Sevilla que por otra parte tiene algo de desierto urbano. Pero nada de esto importa. Nada ha impedido un lleno en el auditorio del Cartuja Center para ver a Los Morancos, gracia del Tardón, ingenio de la calle Juan Díaz de Solís, un humor que se lleva en el carácter -¿se nace con él?- y que este dúo, Jorge y César Cadaval, ha llevado por España, por las televisiones, también por las últimas décadas que construyen nuestra historia reciente. Los Morancos son de esos artistas que forman parte de nuestra historia sentimental. Quién no reconoce a la Omaíta, a la Antonia, al Paco. A esos personajes que, parodiados, adquieren aún más verdad que en la realidad misma. Es una de las genialidades del humor de Los Morancos. Una de las fórmulas del éxito. Un éxito de cuarenta y cinco años sobre un escenario.

El dúo trianero presentó en Cartuja Center su nuevo espectáculo, Bis a bis, una obra en la que el humor es el recurso para describir la realidad social -y también política- de España. Empezó la historia con Susana Griso -en una pantalla del escenario- informando de la "Ley Mostaza", precepto por el que han metido en prisión, en la de "Cadavalchel", a humoristas como Pablo Motos, Martita de Graná o a Los Morancos. El discurso cae por su propio peso: recientemente han surgido nuevas sensibilidades para las que el humor es motivo de ofensa. O el apunte ingenuo. O el comentario, hasta hace nada inocente, que hoy se convierte en un acto censurable. Los Morancos parodian esta nueva época en la que las costumbres sociales, y otras tantas cuestiones, han evolucionado, y algunos andan despistados, confusos. 

A lo largo de la tarde noche se fueron sucediendo los guiños a la actualidad política -Rubiales, Abascal, Yolanda Díaz, Carlos III de Inglaterra- y un manejo del doble sentido y de la ironía que arrancaron sonoras risas en el auditorio del Cartuja Center. Eran risas estridentes. Agudísimas. De esas que vienen desde el pecho y salen en cascada por la garganta. Los Morancos, presos por la "Ley Mostaza", liberaron carcajadas en su Sevilla natal. Tal como lo llevan haciendo desde hace cuarenta y cinco años. Por las butacas del Cartuja Center se observaba una felicidad adolescente. Una felicidad de cuando no sabemos que hemos sido felices. 

Momento antológico fue el encuentro de los hermanos Cadaval en la prisión de Cadavalchel, convertido César en cantaor y Jorge en reguetonero. "Esto es impresionante, quillo", se escuchó desde la oscuridad del público. Aunque la cosa estaba clara: el personal se lo estaba pasando estupendamente. De las calores de la calle se pasó al calor de una Sevilla hacia Los Morancos. Afecto, aplausos. Una acogida espléndida de la capital andaluza a sus humoristas del Tardón, de aquella Triana tan distinta a la de hoy. Como distintos son los tiempos de ayer y de ahora, claro. Sin embargo, pasado y presente coinciden en la carcajada que liberan Los Morancos. Igual de sana. Igual de reparadora. Igual de viva.

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