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Cultura

Núria Espert se pone en la piel del rey Lear

  • A las órdenes de Lluís Pasqual, se enfrenta al drama de Shakespeare "que más me conmueve"

La actriz Núria Espert se convierte en el rey Lear en una nueva producción en catalán del clásico de Shakespeare, dirigida por Lluís Pasqual y que se estrenará el día 15 en el Teatre Lliure, con un reparto de lujo que cuenta con Jordi Bosch, Laura Conejero, Ramón Madaula, Julio Manrique y David Selvas. Segun Lluís Pasqual, el proyecto empezó a gestarse una primaveral tarde de domingo cuando, solo en casa, una vocecilla le empujó a dejar de lado una obra que tenía prevista para montar esta pieza capital de Shakespeare, que quería protagonizada por la Espert. A su juicio, se trata de una "gran apuesta" para cualquier teatro, al ser una obra "como una catedral, una montaña inmensa que empiezas a subir y no sabes nunca cuándo llegarás, aunque sepas que lo harás reventado".

En cuanto a la elección de Espert, indicó que tuvo claro desde el principio que "el mejor actor era una actriz" y reconoció que la mayor dificultad en esta "travesía a través del dolor ha sido encontrar el tono" porque es un texto de emociones y sentimientos en el que se refleja desde la maldad y la bondad a la generosidad y las consecuencias de los amores y los desamores. "La palabra de Shakespeare parece cotidiana, pero no lo es. Sus palabras son como pedazos de carbón natural, con una potencia energética muy fuerte", dijo.

Núria Espert, a sus 79 años, reconoció que nunca pensó que algún día sería Lear, aunque sea la obra de Shakespeare que más la conmueve. Y, sin embargo, cuando Pasqual se lo propuso lo encontró "naturalísimo", volvió a leer la pieza tres veces y le dijo que sí. "Entonces él comentó que sólo lo haríamos si teníamos un reparto especialísimo", destacó.

Contenta de poder volver a actuar en catalán, no un catalán coloquial, ni refinado, "sino una lengua que da de sí todo lo que tiene dentro" y acompañada por un elenco de actores a los que admira, apuntó que ahora lo que quiere es que las funciones salgan bien y que el público conozca cómo en un instante de ira puede transformarse el mundo. "En un acto de vanidad, autosuficiencia, de poder mal dirigido, el espejo se rompe y cada personaje, con el espejo roto, empieza a crecer", indicó.

"Cuando tienes el valor de tirarte de cabeza en la obra, no yo, todos los personajes, lo que descubres son las cosas del mundo que te rodea, de la gente que te manda o los errores que se han cometido a lo largo de la historia de la humanidad. Lo que quiero -apostilló- es que al espectador le quede una imagen en algún rincón de su conciencia". Espert bromeó al aseverar que cuando acaba la función se siente como si tuviera 80 años y no ha escondido que aquí "la novedad es extrema, por la dimensión de la obra, por lo que significa" y también porque habitualmente es ella la que sustenta la pieza. "Aquí no me siento el centro que sustenta este globo terráqueo, somos ocho los que lo aguantamos", subrayó.

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