Festival de Itálica

Despegando a toda vela

Una imagen de 'Impasse', la magnífica coreografía que cerró el espectáculo.

Una imagen de 'Impasse', la magnífica coreografía que cerró el espectáculo. / Lolo Vasco

Una noche cálida y agradable y un colorido mapping, recordando distintos momentos y carteles de su historia, acogieron el martes la inauguración de un Festival que sigue resistiendo a las crisis y fortaleciéndose bajo el patrocinio exclusivo de la Diputación Provincial.

Como en los viejos tiempos del anfiteatro, por donde pasaron los mayores y mejores ballets del momento, la presente edición comenzó con un gran conjunto. Un ballet sin historia aún -Take off Dance es su despegue- pero con una calidad y una cohesión verdaderamente notables.

Fruto del primer curso de la escuela de especialización en danza, que ha creado el coreógrafo sueco Johan Inger (entre otras cosas antiguo director artístico del célebre Cullberg Ballet) con su compañera Carolina Armenta y que tiene su sede en San Juan de Aznalfarache, Ola! fue, entre otras cosas, una magnífica sorpresa.

Compuesta de tres coreografías de Inger, dos de ellas creadas para la compañía joven del Nederlans Dans Theater, la NDT 2, la velada nos permitió apreciar, por un lado, el lenguaje y los abundantes recursos coreográficos del sueco y, por otro, la enorme valía de sus intérpretes: 22 bailarines y bailarinas de entre 18 y 24 años procedentes de diferentes países.

Además de una técnica nada común, todos ellos mostraron un nivel expresivo y una versatilidad que de seguro les permitirá próximamente bailar en cualquier compañía del mundo.

Ya en la primera pieza, I new then, dejaron clara su capacidad para afrontar tanto la velocidad y la gran exigencia técnica de la partitura coreográfica, llena de disociaciones y de cambios de dirección a pesar de su aparente sencillez, como las intenciones, las actitudes y el humor a veces histérico que se van desplegando a los sones del álbum Astral Weekes de Van Morrison.

Unas canciones que nos trasladan a las vicisitudes de una época de juventud llena de fiestas, amigos, amores y tragedias más bien cómicas que nos permitieron disfrutar de algunos gags realmente hilarantes.

Le siguió una pieza corta creada especialmente para el Festival. Un dúo femenino con música de Rajmáninov que puso un punto más onírico y fluido, aunque no menos exigente, en el que con dos mujeres se reconocen una en el espejo de la otra, llegando a unirse en no pocas ocasiones.Entredós, que así se llama la pieza, ofrece un instante de sosiego antes de afrontar Impasse, la última coreografía y, sin duda, lo mejor de la velada.

Con una sencilla casita de cuento como fondo -entre la de Hansel y Gretel y las de Hooper- iluminada en sus bordes y con una puerta en medio, Impasse comienza con un individuo, una mujer que trata de definirse a sí misma alegremente cuando, poco a poco, van entrando por la puerta nuevos bailarines y el espacio se va poblando hasta constituir un caos (siempre bien estructurado en Inger) en el que el que la tensión entre los individuos y la compleja fuerza de arrastre del grupo da lugar a una potentísima energía.

Un ritmo envolvente propiciado sin duda por la música del franco-libanés Ibrahim Maloouf y del también coreógrafo, el israelí Amos Ben-Tal. Una partitura en la que la mezcla de la tradición y los instrumentos occidentales y orientales (incluido el Este de Europa), ofrece el marco ideal para esta fresca pero auténtica confrontación entre los individuos y la colectividad.

Como hemos dicho, junto al valor compositivo y a la imaginación de Inger, fue una sorpresa y un verdadero placer ver bailar, bailar y bailar a estos 22 jóvenes a los que auguramos el mejor de los futuros en el mundo de la danza.

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