Otoño Barroco 2023. Concierto Participativo | Crítica

Cantar en tiempos de Adviento

Un momento del Concierto participativo que cerró el Otoño Barroco de 2023.

Un momento del Concierto participativo que cerró el Otoño Barroco de 2023. / Luis Ollero

De los diez instrumentistas que participaron en este concierto, cinco han sido becados por la Asociación de Amigos de la OBS y el Femás en un programa que arrancó hace ya ocho años y que, con este ciclo de conciertos otoñales que se cerraba en el Turina, es la más llamativa iniciativa que emprende la más activa de las asociaciones de aficionados a la música de Sevilla.

Como suele, el Otoño Barroco terminó con el Concierto participativo, en el que se invita a los espectadores a entonar un coral de una obra de Bach, esta vez el final de una cantata de Adviento (la BWV 62), última obra del programa, que tuvo una primera parte puramente instrumental. Tanto en la obertura de Admeto como en uno de los conciertos de la Op.3 de Haendel (llamado grosso solo por el capricho de su editor, porque no lo es), hubo buena sintonía en materia de articulación y fraseo, por más que pesaran pequeños desequilibrios por la parquedad de la cuerda (voz por parte) y que la interpretación me pareciera en todo momento muy sujeta al compás. Algo parecido pasó en el Concierto para violonchelo de Vivaldi, en el que actuó como solista el joven Mateo Murillo, el último ganador de la Beca, que mostró fraseo ágil en los pasajes más comprometidos y línea de canto elegante, aunque sobre un instrumento de sonido opaco, sin brillo, pobre en armónicos. Si a ello se une el carácter dramático de la pieza, que se dibuja ya en el rico contrapunto del ritornello del primer movimiento, resultó un Vivaldi oscuro hasta casi lo invernal.

En la parte vocal se empezó con un motete que Bach arregló y amplió a partir de una obra de su antecesor en Santo Tomás, Kuhnau. Marco Antonio García de Paz mostró entonces lo mejor de sus maneras directoriales sobre las doce voces del coro preparado por Cristina Bayón, que moldeó con plasticidad, especialmente en el primer número de la cantata bachiana, absolutamente imponente en afinación, empaste y brillo. Correctos los solistas en sus arias y entusiasta el público en su breve contribución.

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