La Pasión de Cristo según los ladrones

Dimas y Gestas esperan en el Monte Calvario la llegada de Cristo, junto al que muy pronto serán crucificados. En la espera, los ladrones (uno bueno, el otro malo, según la más popular de las interpretaciones de este episodio bíblico) "hablan de lo divino y de lo humano". A partir de esta situación, el dramaturgo Alfonso Zurro, nacido en Salamanca en 1953 pero vinculado desde sus comienzos a la escena teatral sevillana, plantea una peculiar revisión de la muerte del Mesías en su nueva obra, En el Monte del Olvido, cuyo estreno absoluto acoge esta noche el Teatro Central.

"La obra tiene un aire beckettiano, aunque [a diferencia de lo que ocurre en su legendaria tragicomedia Esperando a Godot] los ladrones saben a quién esperan; además, éstos no pueden tomar decisiones pues éstas ya han sido tomadas por ellos, ya que están condenados a muerte. También aprecio un aire místico", explica Zurro, autor del texto y director de la obra, que pondrá en escena con Caín Club Teatro, su "nuevo artefacto teatral", en palabras de Manuel Llanes, responsable artístico del espacio de la isla de la Cartuja.

Los actores Álex Peña (Dimas, el ladrón bueno), Nacho Bravo (Gestas, el malo) y Eloína Marcos (que interpreta a una mujer palestina que aparece al final de la obra, "buscando cosas, quizás un milagro", y charla con los crucificados) son los tres intérpretes de este montaje basado fundamentalmente en el trabajo de los actores y en el que "no está nada claro quién si uno es el más bueno y el otro es muy malo", dice Peña, que añade: "Cualquier bueno quiere ser malo y cualquier malo quiere portarse bien en algún momento". "Entre la bondad y la maldad sólo hay un puente que es muy fácil de cruzar", continúa al hilo de este comentario el autor del texto, que sugiere además que, aunque "uno es más sinvergüenza que otro", los dos ladrones cruzan continuamente ese puente durante la obra.

En el Monte del Olvido, explica Zurro, nació a raíz de un encargo del Centro de Documentación de las Artes Escénicas de Andalucía. "Me pidieron una pieza corta, que luego amplié. Se lo comenté a Manuel Llanes: 'Va de dos crucificados que esperan a Jesús, que son dos convidados de piedra, y que están todo el rato quietos y charlando durante 80 minutos", recuerda el dramaturgo, que aclara que la obra no es "irreverente". Incluso, bromeó, "podríamos hacer el circuito de hermandades". En un ensayo sobre la obra de Zurro, responsable de más de 30 puestas en escena y 20 textos teatrales, Eduardo Pérez-Rasilla escribe que esta obra "asume todas las posibilidades" de las "numerosas representaciones de la Pasión de Cristo en el teatro", desde la "parodia" a la "nueva codificación del mito", pasando por la "rehumanización del personaje" o su "desmitifación".

El autor siempre pensó que se trataba de una obra sobre "el dolor, el sufrimiento y la esperanza", aunque hace poco, hablando con un amigo, al que dejó sorprendido, le dio la impresión de que tocaba también "la fe", como si el texto, de alguna manera, discurriera por una "corriente" relacionada con la experiencia del "hecho religioso".