DÚO ANTÓN Y MAITE | CRÍTICA

Cuatro manos y un corazón

Dúo Antón y Maite.

Dúo Antón y Maite. / D.S.

A pesar de existir una extensa literatura para esta combinación, no suelen ser habituales (al menos en esta ciudad) los conciertos de piano a cuatro manos. Por ello tenía a priori un gran interés este concierto, un interés acrecentado exponencialmente a posteriori, porque fue un concierto realmente extraordinario.

La compenetración, algo esencial para este tipo de formación, fue absoluta a todo lo largo del programa; bastaban unas furtivas miradas para ensamblar al milímetro los ataques, las frases y los entrecruzamientos de manos. El pedal quedó a cargo de Dolgov como Secondo y mostró su excelente técnica a la hora de controlar el sonido y de modelar los colores que daban personalidad a cada pasaje.

Comenzaron con una pieza juvenil de Beethoven en una versión límpida, cristalina y saltarina, sostenida sobre una articulación picada, con poco pedal y un fraseo juguetón que no obviaba unas dificultades técnicas importantes en la franja superior perfectamente asumidas por León en su papel de Primo. Los colores se volvieron más densos y el fraseo más apasionado, más dramático, con la obra de Schubert en la que Dolgov aportó unas figuras en ostinato en los bajos que sostenían las rápidas y precisas figuraciones de la mano derecha de León. Tras una exuberante y virtuosística pieza de Mendelssohn, el corazón de la velada fue una apabullante versión de La consagración de la primavera cargada de energía, fuerza y dominio de los ritmos rotos y cruzados.

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