paraíso perdido | crítica de teatro

Pídele cuentas a Dios

Un momento de 'Paraíso perdido' dirigido por Andrés Lima

Un momento de 'Paraíso perdido' dirigido por Andrés Lima / David Ruano

Arduo empeño el de Helena Tornero y Andrés Lima. Llevar a la escena el extensísimo poema Paraíso Perdido del inglés Milton. Escrito en 1667 es un texto en el que se ha basado mucha de la simbología de la cultura cristiana en la que todos hemos crecido.

El tema principal está basado en el Génesis, los ángeles caídos, la creación del Infierno y el pecado original. Ahí es nada.

Lima no se arredra, monta un espectáculo ad-hoc en complicidad con Helena Tornero y construye, gracias a una iluminación operística de Valentín Álvarez, unas videocreaciones envolventes de Miquel Ángel Raió y el escenario de Beatriz San Juan un cielo, un infierno y, sobre todo un Paraíso que sirve como telón de fondo del cuento de Adán y Eva.

Ante lo antinatura de llevar al teatro un poema de más de 10.000 versos, la adaptación de Helena Tornero resulta fluida, las interpretaciones de Cristina Plaza y Pere Arquillué magníficas y los coros de Elena Tarrats y Laura Font  subyugantes.

La culpa, el bien, el mal, el poder absoluto, la rebelión, la defensa de los derechos de la mujer son tratados, a veces, con brocha gorda.

Me quedo con la inocencia de Lucía Juárez y Rubén de Eguía como madre y padre de la humanidad.

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