Ranchera Flamenca | Crítica

El México volcánico de María Toledo

María Toledo en el escenario del Teatro de la Maestranza.

María Toledo en el escenario del Teatro de la Maestranza.

La idea me gusta: poner la gran voz y el estilo volcánico de María Toledo al servicio de grandes composiciones de José Alfredo Jiménez, Juan Gabriel y otros enormes autores mexicanos del siglo XX. Y hacerlo, además, a ritmo flamenco.

No sólo por bulerías o tangos. Sonaron también seguiriyas, cantiñas, etc. Las sevillanas fueron un momento de gran intensidad escénica, un mano a mano de la intérprete con Curro Carrasco, aunque musicalmente la cosa se queda a medio camino, le falta una cocción. Toledo cantó, además, algunos temas de su repertorio, incluyendo la nana interpretada a solas con su piano, y estilos flamencos tradicionales, con gusto: alegrías, tangos y bulerías, donde contó con el baile pujante de El Polito. Las canciones de José Alfredo Jiménez están en la memoria de todos y los arreglos, con el virtuosismo de Curro Carrasco a la guitarra y los teclados de José María Cortina, dos clásicos contemporáneos, son brillantes. Curro Carrasco demostró que está en plena de forma, tanto en su faceta de acompañar al cante como en la solista, donde nos ofreció, en solitario, una lírica taranta.

México no está, ni mucho menos, ausente del repertorio flamenco clásico. La hija de Juan Simón nos llegó desde México y la colombiana de Marchena es en realidad un corrido mexicano. Ya la Niña de los Peines se atrevió con el Cielo lindo, que también cantó Toledo en este concierto, a ritmo de bulerías. Y le siguieron, entre otros, Bambino, María Jiménez, Martirio o Marina Heredia. A esta nómina se suma ahora el nombre de Toledo.

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