Rycardo Moreno, el guitarrista que se desprendió del miedo

Bienal de Flamenco

El lebrijano abre este viernes la programación de la Bienal con un recital en San Jerónimo en el que repasará los hitos de una carrera en constante búsqueda

Rycardo Moreno,  junto a Víctor Franco.
Rycardo Moreno, junto a Víctor Franco. / Araceli Pardal

Manuel Molina lo definió como "alfarero de la música y noble como el barro de su tierra", y por esa arcilla única que lo caracteriza Rycardo Moreno ha titulado el recital que dará este viernes, en el Monasterio de San Jerónimo, De barro. El destino ha querido que el intérprete inaugure la Bienal de Flamenco, después de que los conciertos de Diego Villegas y de M de Puchero, previstos para el pasado fin de semana, fueran cancelados por motivos técnicos. "No sé cuántas veces ha abierto la cita la guitarra, no tengo ese dato, pero no creo que sean muchas. Inaugurar la Bienal es importante, para el instrumento y para mí", señala.

La velada del viernes será la oportunidad para que repase su trayectoria este guitarrista, productor y compositor respetuoso con el legado y abierto a nuevas aventuras, capaz de idear en Nueva York un homenaje a sus mayores y dialogar con sus raíces desde el jazz (Varekai, su primer disco), de traducir al flamenco de vanguardia El libro de los abrazos de Eduardo Galeano (aGaleano, su siguiente álbum) o de ligar los momentos que marcaron su vida a melodías populares (Miesencia, su última propuesta).

En el repertorio que desplegará en San Jerónimo, Moreno (Lebrija, 1981) presentará temas de estos trabajos y compartirá también con el auditorio dos piezas inéditas que ha compuesto durante el confinamiento, la rondeña Babaji y las alegrías La nueva luz, ejemplos de la concepción personal que el guitarrista tiene de su creación. "Babaji habla de mi conexión con Dios, me siento cerca de Él, lo estoy buscando. Pretendo que sea una música más espiritual que comercial", asegura el artista, que el viernes estará arropado por la segunda guitarra de Víctor Franco y los coros y palmas de Los Mellis. La nueva luz, entretanto, es "una afinación distinta que he creado para tocar por alegrías. Es algo con armonías contemporáneas pero muy flamenco y muy tradicional a la vez", resume.

Aunque Moreno no ha terminado de componer una farruca que se llamará De barro, mantiene el título, sacado de aquel emocionante elogio de Manuel Molina, para su espectáculo "porque es una forma de vincularme a mi pueblo, que está muy relacionado con la artesanía, con el vino... Me parecía que así reivindicaba mi denominación de origen".

Rycardo Moreno y su elenco, en la Casa de la Cultura de Lebrija.
Rycardo Moreno y su elenco, en la Casa de la Cultura de Lebrija. / Araceli Pardal

Moreno describe Miesencia como una "autobiografía sonora, en la que cada música tiene que ver con un trozo de mi vida". De ahí interpretará su versión del Adagio del Concierto de Aranjuez. "Fue la primera pieza que interpreté en la guitarra que se salía del flamenco. Yo hasta entonces siempre había tocado por bulería, por soleá... Pero mi padre me apuntó a clases y me enseñaron aquella maravilla. En un disco que repasaba mi vida tenía que estar el Adagio, que abrió un camino en mí", explica, feliz de incluirla en un recital como De barro. "Cuando la estrene ya habré abordado unas rondeñas, unas granaínas, unas bulerías, unas alegrías o unas seguiriyas... El Adagio me ayudará a desconectar del flamenco y no dar así un recital clásico".

La palabra clásico se le resiste a un creador imprevisible que juega también revisando sus propias obras. "Juan Ramón Jiménez nunca daba un poema por terminado, aunque se publicara. Años después podía volver a él y reescribirlo, dejaba su esencia pero lo cambiaba –analiza–. Pues yo soy igual. Todas mis piezas son work in progress, están en proceso", asegura. En el concierto del viernes ofrecerá una reinterpretación de Las venas del sur. "No sonará tal cual, he creado otra cosa. He conservado el final como un arreglo de voz, un recuerdo de lo que había", dice.

El guitarrista se desprendió del miedo gracias a las colaboraciones con otros artistas como El Lebrijano o Jorge Pardo. "Yo estaba dentro de una vorágine, con muchas ideas pero muy inseguro, y no sabía si lo que hacía era válido, si era flamenco... Y cuando El Lebrijano me llamó para que participara en su disco Cuando El Lebrijano canta se moja el agua, fue como si me concediera la aprobación, como si me dijera que ese era el camino... Y Jorge me llevó por la senda de la improvisación, por el jazz. Trabajé con él en muchas formaciones y fue un aprendizaje constante".

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