Sandrine Piau & Les Paladins | Crítica

Lección de canto barroco

La soprano francesa Sandrine Piau

La soprano francesa Sandrine Piau / D. S.

En sus inicios, la soprano francesa Sandrine Piau era un auténtico jilguero: voz ligera, brillante, tersa, ágil, con metal... Con el tiempo y el trabajo en otros repertorios (se ha convertido en una notabilísima intérprete de mélodies francesas de los últimos dos siglos), la voz se fue templando y ensanchando. Hoy, a sus 53 años, es posible que el brillo de antaño haya cedido ante algunas veladuras, pero eso no afea en absoluto el timbre, sino que incluso le da lustre, ni menoscaba unos recursos puestos en todo momento al servicio de la expresión.

Planteó de forma admirable su recital, empezando por un aria de Partenope de línea amable, pero que le permitía ya ir mostrando que la coloratura sigue estando ahí, que su voz fluye fácil en el agudo y está bien apoyada en los graves. Después alternó drama y ligereza sostenida por la homogeneidad del color, la limpieza impoluta de la línea, la calidez y elegancia del fraseo y el buen gusto y oportunidad de los ornamentos. Inolvidables los lamentos de Cleopatra y Alcina, el segundo de ellos con un extraordinario uso de los reguladores y eludiendo los recursos fáciles en los pasajes más dolientes y escarnecidos. Acaso menos llamativos, pero igual de bien cantados el “Da tempeste” (con original fraseo y singulares adornos) y el “Tornami a vagheggiar”, de lírica frescura. Todo quedó confirmado en las tres generosas propinas.

Lástima que el acompañamiento de Les Paladins, algo rudo y de tímbrica desabrida, estuviera un punto por detrás.

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