'Alma' de Sara Baras | Crítica

Ella bailaba boleros

Sara Baras en un pasaje del estreno absoluto de 'Alma'.

Sara Baras en un pasaje del estreno absoluto de 'Alma'. / Antonio Pizarro

Es un género en sí misma. Algunos han cuestionado la vigencia de este estilo hiperrítmico que triunfó en los 90. Pero, si vemos como estaba el Maestranza en el estreno de su nueva propuesta, no nos cabe duda de que está plenamente vigente. Volvieron los zapateados frenéticos, el volumen ensordecedor de los pies, las faldas de vuelo y de flecos, las vueltas y, en fin, todas los elementos que caracterizan el baile de Sara Baras. Y, por supuesto, los cambios de vestuario, casi uno por cada pieza musical que sonó. Muy sorprendente fue el hecho de que los artistas invitados estuvieran enlatados. No necesitamos ir al teatro para escuchar un disco de Tía Juana la del Pipa, Rancapino Chico o Israel Fernández. La propuesta no tiene un argumento sino que se trata de escuchar boleros y cantes flamencos a los que Baras y su gente ponen baile. Los clásicos boleros sonaron por un lado y los estilos flamencos por el otro, no hubo intento de mezcla. La puesta en escena reproducía un cabaret de principios de siglo o de posguerra. Para no caer en la monotonía escénica, los músicos se estuvieron moviendo a lo largo de la noche, cambiando de lugar en escena. También, en esta línea, algún cambio de vestuario o el peluquero de la diva flamenca retocando el peinado de Baras en escena. Elementos superfluos que nada aportaron a la obra que conceptualmente me resultó poco atractiva. Pero da igual porque, como digo, todo esto es un pretexto para ver a Sara Baras haciendo lo que mejor sabe hacer, es decir, haciendo de Sara Baras. Este personaje es su gran creación.

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