Lola López Mondéjar. Escritora

"Siempre ha habido mujeres incómodas con el corsé social"

  • En 'La primera vez que no te quiero', la autora desarolla una historia de aprendizaje La novela se presenta en noviembre en Málaga y Granada.

-Aunque de forma menos extrema que en Mi amor desgraciado, en La primera vez que no te quiero también pesa la trama de las madres tremendas...

-Como dice, es una situación menos extrema. En la anterior había un aire a lo Medea, y aquí vemos que toda la incapacidad de la madre de Julia para ejercer como tal viene de su poca "cualificación", como si dijéramos, y pienso que es un estado con el que se podrían identificar muchas madres de la época. En parte, he escrito esto para desculpabilizar a este tipo de madres porque su impericia les venía dada por el ambiente, por una educación restrictiva, católica, represora, que las incapacitaba para transmitir la vida y enfrentarse a un mundo nuevo que nuestras madres no conocían.

-Vemos que en gran parte lo que le ocurre a Julia, la protagonista, es que no tiene un modelo femenino real y cercano que no fuera el de la sumisión.

-En ese sentido, no teníamos modelos: teníamos mitos, conceptos. No había modelos de carne y hueso a nuestro lado que nos sirvieran de ejemplo vida, una se tenía que inventar las referencias a través mitos y de ideas... Hablamos de un tiempo en el que no había mujeres divorciadas. Teníamos a nombres como Rosa Luxemburgo o Sartre y Simone de Beauvoir que nos servían de guía, pero era todo muy deficiente.

-De hecho, en la infancia de la protagonista, el concepto mujer parecía diferenciarse entre el de las madres abnegadas y las otras mujeres, inasumibles, de las que los hombres hablaban con admiración: Ava Gardner, Rita Hayworth...

-Fíjate si esto era así que cuando las mujeres se hacían madres perdían hasta la silueta de mujer, algo que no pasa hoy día. Y estaban todas homogeneizadas porque perdían lo específico de la mujer que habían sido. Las únicas que conservaban esas formas, de hecho, eran las actrices, las modelos... Pero el tener hijos, por otro lado, estaba muy presente en la cultura de entonces, en lo familiar pero también en lo social. Recordemos al shá de Persia repudiando a su esposa...

-La estructura de la novela, en la que va intercalando momentos de los primeros años de la protagonista y de su juventud, hasta que ambos vienen a encontrarse, permite ver hasta qué punto las carencias de su infancia se relacionan con su periplo sentimental.

-Así se entiende perfectamente cómo se asocian las dinámicas infantiles con la mujer que luego es Julia. Vemos, por ejemplo, que en la parte del pasado lo que ella escucha es "que nadie hable de ti", pero lo que ella quiere precisamente es ser alguien.

-Lo que sorprende es cómo aun en semejante escenario, aplastante y totalizador, había mujeres que, ya de niñas, decían: "Esto no me convence".

-En todos los momentos históricos ha habido grupos de mujeres incómodas con el rol que se les ha diseñado y que han sido maltratadas por la sociedad, marginadas, frescas, brujas, comadronas sabias... Mujeres que en otra época hubieran sido marginadas por el establishment, en la Transición estaban en la ola de los tiempos: fue el momento histórico de las mal miradas de los pueblos. Todo el país quería cambiar y la inercia era esa. Un siglo atrás hubieran sido histéricas pero, en vez de ser proscritas, se convirtieron en las heroínas. Siempre ha habido mujeres incómodas con el corsé que impone la sociedad.

-¿Y cuál diría que fue la clave para romper con lo establecido?

-Pues en este caso, fueron las palabras: se avanzó a medida que las mujeres de la generación de Julia fueron adquiriendo un lenguaje propio, un corpus propio. Decir, por ejemplo, voy a seguir siendo fiel, o no me interesa la revolución sexual, o quiero ser madre aunque la maternidad que he visto no me gusta. Al apropiarse de las palabras también te apropias de la identidad, pero conlleva unos cambios dolorosos.

-Otra lección a aprender era a querer bien, cosa que nadie enseñaba.

-Un querer que no fuera quedarse hundido en el otro. Casarte era desaparecer en tu marido, que se convertía prácticamente en amo...

-¿Por qué, tras toda esa ansia de cambio, se dio en la sociedad española un estancamiento?

-Pues pienso que dimos muchas cosas por hechas y no nos dimos cuenta de que persistían muchos rasgos del franquismo. No se hizo una Ley de Transparencia, por ejemplo, que hubiera evitado el desgarro institucional que vivimos ahora, ni una separación tajante de poderes. Hay que seguir profundizando en la democracia. Entre otras cosas porque este es un país que confía mucho en las instituciones pero no es crítico con ellas. Ese es el lado malo. Entonces, la crítica era obligada, existía un pensamiento crítico muy potente pero ahora mismo la crítica está silenciada, se levantan algunas voces pero no con la suficiente fuerza, y cuando ha habido algún amago, como en el 15M, el aplastamiento ha sido total.

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