Solistas de la ROSS | Crítica

Duelo fraterno para acabar

Un momento en la interpretación del 'Octeto' de Mendelssohn

Un momento en la interpretación del 'Octeto' de Mendelssohn / Guillermo Mendo

Fanny Mendelssohn (de casada, Hensel) publicó en los dos últimos años de su vida once colecciones de música entre ciclos de canciones, romanzas pianísticas sin palabras y un Trío, pero su obra es mucho más amplia. Este Cuarteto en mi bemol mayor, el único que escribió, está datado en 1834 y es obra de enorme interés, que sobrepasa con mucho los límites del amable estilo Biedermeier de la época.

La obra es apasionada, nostálgica y apunta incluso mucho más hacia Beethoven que hacia su hermano Felix. Esas amplias excursiones modulatorias, ese recurso continuo al do menor le aportan un dramatismo intenso que Crambes, Wrobel, Delgado y Crisan acertaron a imprimir, especialmente en los dos últimos tiempos, una Romanze que no tuvo nada de sentimental y mucho de angustiosa y un Allegro vivaz pero a la vez penetrante e inquietante.

El concierto había empezado a ritmo de tarantela un tanto chirriante en arreglo para sexteto de una de las romanzas sin palabras de Felix. Las otras tres romanzas sirvieron para atemperar y pulir el sonido del grupo, que ampliado hasta los ocho miembros (con contrabajo en lugar del segundo violonchelo del original) hizo una interpretación soberbia del Octeto Op.20, obra escrita por Mendelssohn a unos increíbles 16 años y que contiene la fantasía y la vitalidad de sus grandes páginas. Interpretación vibrante, tensa, de entraña si se quiere sinfónica, pero con la claridad, el equilibrio, el matiz y el saber escucharse unos a otros del mejor camerismo. Extraordinario fin de ciclo pues que, un año más, se debe a la generosidad de dos mecenas.

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