DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

Ariel Abramovich. Vihuelista

"Trabajar con María Cristina Kiehr era una fantasía de adolescente"

  • El intérprete argentino, que actúa el lunes en el Festival de Cádiz junto a su compatriota, acaba de publicar en formación de cuarteto un CD que reúne obras del Renacimiento con canciones pop.

El conocido vihuelista Ariel Abramovich (Buenos Aires, 1976), después de quince años viviendo en Sevilla y participando de su vida musical, ha fijado su residencia en Barcelona. Su nuevo álbum se titula Amores pasados, que es el mismo título de un ciclo de tres canciones escrito por John Paul Jones, igual al que ha escogido este cuarteto de músicos vinculados a la música antigua para darse a conocer en el formato discográfico: son las voces de John Potter y Anna Maria Friman y los laúdes de Ariel Abramovich y Jacob Heringman. "Pensamos que así sería más fácil la identificación", comenta riendo Abramovich, que regresa estos días al sur para participar en la decimotercera edición del Festival de Música Española de Cádiz.

-Su relación con el tenor John Potter dura ya ocho años, ¿cómo empezó?

-Yo lo llamé para probar. Había hecho música inglesa desde los 18 años, desde la primera vez que di un concierto con un laúd, pero la tenía un poco dejada de lado, y pensé en volver sobre ella con alguien que realmente tuviera el mismo nivel de implicación que yo. Le escribí, me respondió y probamos con un recital en Zaragoza. Funcionó todo desde el comienzo. John es como un rapsoda, un actor de voz diciendo un texto más que un cantante. Para adaptarme a él, he ido cambiando de instrumento y de lutier en busca del color adecuado, tratando de encontrar un sonido orgánico en el que esté todo integrado. Creo que es lo que hemos conseguido en los últimos años. Después de un concierto en Portugal el año pasado, John, a sus 67 años, me dijo una cosa que me enterneció: "Creo que estoy aprendiendo a hacer esta música".

-¿Y cómo surge este disco en el que la música renacentista se mezcla con el pop y el rock?

-Grabamos ya en 2011 un disco para ECM con intabulaciones de Victoria y Josquin que no ha salido todavía, porque Manfred Eicher piensa que esa es una música intemporal y puede publicarse en cualquier momento. Ahí empezamos a trabajar como cuarteto. Y se nos ocurrió pedir a músicos de pop y rock que escribiesen para nosotros: lo hicimos con Sting, John Paul Jones de Led Zeppelin, Tony Banks de Genesis, Bill Bruford y Robert Fripp de King Crimson. De esos pedidos resultaron las tres canciones de Tony Banks sobre textos de Thomas Campion, pero Sting nos dio también una inédita y aprovechamos para reescribir el ciclo que John Paul Jones había hecho hace unos años para John Potter. El proyecto viene a ser una especie de canciones con laúd de ayer y de hoy, un poco interpelando las fronteras entre músicas históricas y contemporáneas, entre canción culta y popular. Hicimos además arreglos de canciones del siglo XX de compositores como Peter Warlock o E. J. Moeran, buenos conocedores de la música isabelina.

-¿Qué tipo de canciones hicieron los rockeros?

-Sting la compuso para el Robin Hood de Russell Crowe, pero a Crowe no le gustó, dijo que no era suficientemente masculina. A nosotros nos pareció genial, está muy bien escrita y no la había grabado ni él. Cuando la escuchó nos felicitó. Tony Banks las hizo sobre tres textos de Campion, sobre dos de los cuales Campion también escribió música. Aquí hemos grabado los originales de Campion al lado de las versiones de Banks, y dejamos una suya para el próximo disco.

-¿Cómo se planteó Banks la escritura para los textos que ya tenían música?

-Lo hizo de una manera desprejuiciada. Me recuerda a ciertos discos de Genesis, como A Trick of the Tail, esa estética de cambios armónicos continuos. En las versiones de laúd tratamos de hacer una escritura idiomática que fuese por supuesto laudística y además que en algunas cosas remitiese a lo que Tony Banks hacía con el teclado.

-John Paul Jones se atrevió con textos de Lope de Vega y Bécquer…

-Hubo que hacer mucho coach con el tema del idioma, porque en la grabación que John había hecho antes había un montón de errores de acentuación. Por supuesto, las voces no trabajan con la técnica académica decimonónica y tampoco se busca emular al pop, sino que se trata de pensar el canto desde otro lugar, el del texto, lo cual tiene que ver con la ideología de John Potter como académico, cómo se sitúa él como cantante en relación con la historia del canto, con su experiencia como cantante de coro de iglesia y en el Hilliard Ensemble, con esta forma de decir el texto, de recitar cantando.

-En su opinión, ¿cómo se está haciendo el repertorio del siglo XVI?

-Algunos lo hacen de manera circunstancial o se quieren acercar a él, pero hay muy pocos que se hayan sentado a ver qué hay y lo hagan en profundidad. La mayor parte de las veces escucho dos dimensiones, una escultura mal dibujada en dos dimensiones. Lo difícil de esta música es meterte el tiempo suficiente y todo lo profundo que amerita para poder sacarle jugo. Porque si no, es una música muy árida, nada agradecida, es muy dura para escuchar. Cualquier Monteverdi hecho por cualquiera te da cierta satisfacción, esto es todo lo contrario. Técnicamente, y esto me lo dijo María Cristina Kiehr, que algo de técnica vocal entiende, es profundamente exigente: sostener una línea en condiciones, con todo lo que supone, con el texto puesto, tener la flexibilidad que exige, no es nada fácil; la gente piensa que sí, pero no lo es. No voy a hablar del instrumento y lo que supone tocar polifonía porque es evidente. Pero muchos cantantes miran esta música con cierto desdén porque piensan que es fácil, es accesible. No lo es, es el problema de ver las cosas de forma superficial.

-Con la soprano María Cristina Kiehr participa ahora en el Festival de Música Española de Cádiz, ¿con qué repertorio?

-Estoy trabajando con María Cristina Kiehr a dúo desde hace algo más de dos años. Era una de mis grandes fantasías desde adolescente, cuando empecé, porque siempre pensé que ella tenía el instrumento y la dicción perfectos para este repertorio. Ahora haremos al fin nuestro primer disco, que será como un disco de vihuela imaginario que se hubiera publicado hacia 1560, el octavo libro que pudo haber sido y no fue. He tenido en cuenta qué música escucharon los vihuelistas, cómo intabularon, qué percepción tenían de la música de su época, qué tipo de textos literarios usaron. Partiendo de ahí y conociendo bien la materia hice un programa que daría para lo menos tres discos, pero va a ser uno por cuestión de presupuesto, con cosas de Vásquez, de cancioneros... Una selección de eso será lo que hagamos en Cádiz.

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