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Cultura

Videozilla: filmando al monstruo

La noche de los muertos vivientes de George A. Romero (1968) inyectó en el género de terror el realismo extremo, lindante con el documentalismo, del cinema verité, el Direct Cinema o el New American Cinema, sumándole la imagen informativa televisiva. Los americanos veían entonces por primera vez el horror filmado (asesinato de J. F. Kennedy, cuyas imágenes movidas e imperfectas, filmadas por un aficionado, son el antecedente remoto de Monstruoso) y poco después en directo (Vietnam, asesinato de Bob Kennedy). La película de Romero se ajustaba a esa nueva percepción del horror real para filmar el tema clásico de los zombis con un estilo inmediato y realista hasta entonces desconocido por un género justamente tenido por fantasioso y onírico.

Veinte años después El proyecto de la bruja de Blair (1999) repetía la jugada, extremando la sensación de realidad (entre La noche de los muertos vivientes y ella habían aparecido el vídeo e internet) hasta el punto de jugar a hacer pasar la película por una auténtica cinta de video en la que las víctimas dejaron grabada su siniestra peripecia. El uso publicitario de internet para su lanzamiento revolucionó el marketing cinematográfico. Recientemente el mismo recurso era utilizado por nuestra Rec.

Menos de una década después Monstruoso desarrolla la idea de El proyecto de la bruja de Blair presentando la primera video-película de monstruos de la historia del cine: como si fundieran King Kong, Godzilla, Alien o The Host con El proyecto de la bruja de Blair, la espectacularización televisiva de la realidad, la orgía de la difusión de imágenes domésticas a través de internet o la engañosa inmediatez del movimiento Dogma. Y el resultado, contra todo pronóstico, es más que interesante.

Desde el principio está claro que estamos en el universo del vídeo doméstico, los móviles grabadores, los videojuegos, internet y YouTube: lo que vemos es la grabación de una cámara, ahora propiedad del gobierno de los Estados Unidos, con la que un aficionado grabó la destrucción de Nueva York por obra de un monstruo que gana en efectividad destructora al multiplicarse y en sugestión terrorífica al tardar en verse del todo. Entre los fragmentos de imágenes emergen los restos de una historia de amor y desamor, como si la quiebra de una pareja y sus intentos por rehacerse se superpusieran a la destrucción de Nueva York y su lucha por sobrevivir. Sabemos de la primera, la historia de amor, por los fragmentos que caóticamente aparecen en el registro de imágenes de la cámara que también filmó la destrucción. Es un gran hallazgo, porque la irrupción de la felicidad en medio de la tragedia y de la cotidianidad en mitad del apocalipsis produce una calculada conmoción que da humanidad al movidísimo carrusel de imágenes. La distinción entre lo privado y lo público no existen ni para las ávidos cámaras de las televisiones (Monstruoso se estrenaba el día en que era noticia nacional la desaparición de Aquí hay tomate) ni para la compulsiva necesidad de filmarlo todo que afecta a tantos ciudadanos anónimos que parecen afectados por la perversión que arruinó a la familia Friedman (cuya sórdida peripecia fue llevada al cine por Andrew Jerecki en Filmando a los Friedman). Cuando el monstruo arranca la cabeza de la estatura de la Libertad y la arroja en medio de una calle de Nueva York, la rodean teléfonos móviles grabando el Gran Acontecimiento.

Sobre estas compulsiones públicas y privadas vuela, además, el recuerdo del 11-S: el Apocalipsis retransmitido en directo. Con estos materiales, Matt Reeves (realización), Drew Goddard (guión) y J. J. Abrams (idea y producción aportadas por el creativo responsable de la serie Perdidos) han logrado una original película de monstruos que, junto a The Host, revitaliza el género. Mareante, eso sí. Pero también brillante, inteligente y aterradora. Y llena de pequeños, casi imperceptibles, detalles de gran cine, como el breve giro de la hiperactiva cámara que muestra unas mesas abandonadas en pleno almuerzo durante el pánico: espléndida, aunque fugaz como todo en esta película, naturaleza muerta que resume la irrupción de la catástrofe en la vida cotidiana. Y no se hagan preguntas inconvenientes del tipo: ¿cuánto le dura la batería a este tipo? o ¿nunca se le cae la cámara de las manos o la tira para huir? Acepten el juego.

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