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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

Crítica de Flamenco

Voz totémica para las poetisas olvidadas

Son amables canciones aflamencadas con estribillos pegadizos, sobre los estilos tradicionales del flamenco: alegrías, soleares, seguiriyas, fandangos ... Montoya es, sin duda, la más versátil y de repertorio más amplio de su familia. Posee la elegancia escénica y vocal de su hermana Lole y también la fuerza totémica de su madre, La Negra. Su cante es moroso, pastueño. Y es capaz de infundirle carne a cualquier repertorio al que se enfrente. Éste, compuesto sobre versos de escritoras de la primera mitad del siglo XX, lo firma Alejandro Cruz Benavides, que anoche acompañó a la cantaora al piano. Versos de Zenobia Camprubí, Casilda de Antón o Ana María Martínez Sagi, entre otras. Destacaron las alegrías compuestas sobre los versos marineros de la marquesa Josefa Pardo de Figueroa, de contundente estribillo. También las bulerías Mi ambición, cantar de Carolina Valencia e hipnótica melodía. Para la soleá se recurrió a las melodías flamencas tradicionales con el toque fogoso, primitivo, de El Perla. Los versos los puso Concha Méndez, esposa que fue de Manuel Altolaguirre. El Perla volvió a escena en unas bulerías compuestas por Manuel Molina, la excepción a la regla de la noche, y uno de los momentos más emotivos del recital ya que la cantaora se identificó totalmente con la composición del desaparecido bardo trianero, sobre versos de la sevillana Gloria de la Prada. También se recurrió a las melodías tradicionales en las seguiriyas, apocalípticas, sobre un poema de María Teresa Roca de Togores, y en los fandangos con textos de la monja Cristina de Arteaga.

La voz de Angelita Montoya es brillante, metálica, pero a la vez cercana, dulce y natural.

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