Acción violenta para la tele-tienda

Hacía tiempo que no pasábamos por la tele-tienda de Netflix. Lo hacemos ahora para tomarle el pulso a la que dicen es su película con más visionados en la última semana, un nuevo producto de acción hiperviolenta a mayor gloria del mendrugo de Tom Hardy (también productor) y de un espectáculo pirotécnico, marcial y coreográfico (con mis disculpas al arte noble de la danza) ambientado en una suerte de Gotham City invernal y post-apocalíptica poblada por bandas mafiosas en guerra, políticos y policías corruptos, vástagos descarriados y delincuentes de medio pelo que intentan sobrevivir bajo la balasera.

El rudo Hardy también es uno de esos polis descarriados a su pesar, pero noble y en vías de redención al fin y al cabo, un padre separado que, menuda novedad, sólo aspira a llevarle un regalo de Navidad a su hijita justo antes de que se tuerza la noche. Lo que sigue, escrito (sic) tan esquemática como farragosamente y con los chinos en el punto de mira del estereotipo criminal, deja abierta la barra libre para concentrarse en un puñado de escenas espectaculares y digitalizadas de persecución de coches, tiroteos con mucha salpicadura roja, dolby atronador incluso para encender una linterna y un desprecio por la vida humana propio de la estética del vídeo-juego de punto de vista en la que se refugia el especialista galés curtido en Indonesia Gareth Evans (El apóstol, Redada asesina) como pasaporte para un nuevo contrato en la casa.