El Alcázar de Sevilla recopila los prodigios de los manuscritos iluminados
Libros
Una exposición de libros del editor Manuel Moleiro acerca la pasión por el saber y el amor por la belleza de los códices medievales.
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Fueron dos hombres, el mercader Marco Polo y el misionero franciscano Odorico de Pordenone, protagonistas de dos travesías bien distintas, una comercial y otra de índole espiritual, los que con sus relatos proclives a la fabulación propagaron el interés y el asombro con que contempló el lejano y exótico Oriente la Europa medieval, fascinada por la exuberancia de las especias, los aromas y los tejidos de la ruta de la seda e intrigada por la figura colosal del Kublai Kan, emperador de Mongolia y China, al que sirvió Marco Polo, o por las escenas de sacrificios humanos y antropofagia que narraba en sus crónicas el religioso Odorico.
El Libro de las Maravillas del Mundo, un códice realizado entre 1410 y 1412 para Juan Sin Miedo, Duque de Borgoña, inmortalizaba en preciosas miniaturas las vivencias de Marco Polo y Odorico de Pordenone, y ahora inspira una exposición que la Sala Cantarera del Alcázar de Sevilla acoge hasta el 1 de junio a partir de una treintena de tesoros bibliográficos de la colección del editor Manuel Moleiro, que a lo largo de una trayectoria de más de tres décadas ha clonado con un cuidado exquisito esas obras maestras que transmitían el saber desde la belleza abrumadora de su riqueza cromática.
Marco Polo y las maravillas en los manuscritos iluminados parte así de una obra que en su momento tuvo una importancia capital, por “ser un testimonio imprescindible de la expansión del conocimiento geográfico en la Baja Edad Media”, pero que hoy continúa causando admiración y siendo “un códice que no sólo deslumbró a los monarcas y eruditos que lo poseyeron, sino que sigue cautivando a quienes, siglos después, se acercan a sus páginas en busca de un mundo de maravillas”, se lee en las cartelas de esta exposición que se presentó a la prensa el pasado lunes, apenas una hora antes del apagón que paralizaría el país, con la presencia del editor Manuel Moleiro y el delegado de Hacienda del Ayuntamiento de Sevilla, Juan Bueno.
El primer teniente de alcalde se refirió a un episodio histórico para ilustrar el impacto que las expediciones a Oriente y los hallazgos que venían de aquellos parajes tuvieron en la vida en Europa: Carlos V hizo traer una flor del otro extremo del mundo como obsequio de bodas para su esposa Isabel de Portugal. La sencilla elegancia del clavel entusiasmó a la reina, y el monarca encargó que se plantara en tierras españolas. El enlace entre Carlos V e Isabel de Portugal se celebró, como recordó Bueno, hace casi cinco siglos –en marzo de 1526– en el mismo Alcázar que alberga ahora esta exposición, y la soberbia azulejería de la sala Cantarera donde hoy se exhiben las joyas bibliográficas de Moleiro fue un proyecto ideado por Felipe II para conmemorar este enlace.
Inspira la muestra el ‘Libro de las Maravillas’ de Marco Polo y Odorico de Pordenone
La exposición es una oportunidad para observar códices que se conservan –sin mostrarse al público– en museos e instituciones como el Metropolitan de Nueva York, la British Library de Londres o la Biblioteca Nacional de Rusia, que la editorial M. Moleiro replica con una escrupulosa fidelidad, combinando las últimas técnicas con un concienzudo proceso artesanal.
El Breviario de Isabel la Católica es uno de los atractivos de la muestra, una obra perfilada con esmero que reunió a los pintores y maestros más reputados de su época, y que se ideó para conmemorar otros acontecimientos: el doble matrimonio de los hijos de Isabel la Católica con los del emperador Maximiliano de Austria, la conquista de Granada y el descubrimiento de América. El interés por la Historia convive con la piedad de escenas como la Natividad o la Adoración de los Reyes.
Una de las vitrinas traslada al espectador al tiempo en que se realizaban estas obras únicas, y se exponen las herramientas que se usaban entonces, con nombres sonoros y sugerentes que avivan la imaginación. Chiflas para rebajar la piel, entenalla para ceñir nervios, ruedas de dorar a mano, filete para gofrar, piezas en latón para estampar las pieles.
La muestra, que coincide con otra propuesta inspirada en el libro que Marco Polo dictó a Rustichello de Pisa, El viaje del conocimiento. Un mundo de cosas maravillosas, ubicada en el Archivo de Indias, recoge piezas portentosas de muy diversas disciplinas. Un Tractatus de herbis fechado cerca de 1440 da cuenta de remedios naturales, un manual que pudo tener un uso médico profesional o que quizás sólo fue el antojo de un coleccionista que apreciaba la belleza de las plantas; el Libro de la felicidad creado por orden del sultán Murad III describe los signos del zodiaco y la influencia de los planetas en el hombre. La Biblia moralizada de Nápoles destaca por la excepcional calidad de la pintura napolitana, mientras un manuscrito del siglo XV sorprende por el dinamismo con el que recrea el Apocalipsis y vida de San Juan en imágenes...
Marco Polo y las maravillas en los manuscritos iluminados reserva el encuentro con otras joyas de relevancia histórica: el Atlas Miller de 1519 con el que Manuel I de Portugal quería convencer a Carlos V para que no financiara la expedición de Magallanes, y el Roman de la Rose, que con sus consejos sobre el amor cortés se convertiría en uno de los primeros best-sellers en la historia de la literatura y demostraría que el corazón humano también es un territorio dado a los prodigios.
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