Ana Belén: antídoto contra esta época áspera e irritada
Conciertos
La cantante, que vuelve a los escenarios tras seis años de ausencia, fue la protagonista en una nueva cita del ciclo Noches de la Maestranza
Búscate en el concierto de Ana Belén en la Maestranza
Nos enteramos de que Ana Belén regresa a los escenarios, con nuevo disco -reciente, del pasado mes de junio-, y el temporal parece que nos da una tregua. Ese temporal de una época nublada, al menos en la cosa pública; ese temporal del ruido y de las corrupciones; ese temporal de los desastres en el campo; ese temporal de las gestiones nefastas, o de las eficaces averías en los trenes, o de los tuits de un ministro castellano. Ana Belén nos destruye todos esos puentes que nos llevan a la peor orilla de nuestra naturaleza. Esos puentes que nos resultan un tanto pesados, un tanto intransitables. Hoy no cruzamos por ahí.
Llegó Ana Belén a Sevilla, a otra noche en la Maestranza, para pedirle a Dios que la guerra no nos sea indiferente -en Ucrania, en Gaza-; llegó Ana Belén, esa "gran dama de la cultura española" -qué bien la ha definido el compañero Ale Medina en este periódico-, para aliviarnos la carga de este país a veces tan cargante -¿no os pesa mucho este país?-. El alivio de Ana Belén viene, claro, de esa elegancia tan suya, de esa voz, intensa y a su vez susurrada, tan delicada; el alivio nos viene de ese ser y estar que nos resulta amable y fácil.
Ana Belén nos recordó, citamos, "las mujeres y niñas que soportan la peor parte de los territorios palestinos ocupados". Esas mujeres que llevan la guerra "en sus cuerpos" y que, a pesar de la muerte, la pérdida y el dolor, mantienen su "dignidad". El discurso sirvió para dar paso al tema que tiene por título Que no hablen en mi nombre. La cantante, con su traje anaranjado, y acompañada por su banda -dirigida por David San José-, tenía impronta de fuego joven. Similar a las velas que decoraban los tendidos de la plaza de toros.
Iba interpretando Ana Belén, en los primeros minutos del concierto, temas de su dilatada trayectoria -algunos de estos temas dio la sensación de que no muy conocidos por su público-. El tono rumboso apareció por el escenario con Mala para mis huesos es la humedad. Un cambio de registro para la noche. La ruptura al predominio de lo melódico y de lo pausado.
La emoción del encuentro siguió con esos versos que muchos conocen y dicen: "Como dos enamorados / y dormirse acurrucado / A la sombra de un león". Aplausos del público afín en cuanto sonaron los primeros acordes de la canción, y el piano acompañando la voz viva de Ana Belén. "A su estatua preferida, / un anillo de pedida / le robó en El Corte Inglés".
Era la hora y poco del concierto cuando fue el turno de Vengo con los ojos nuevos. Canción escrita por Víctor Manuel y que da título al nuevo disco de Ana Belén, quien bromeó advirtiendo de que traía una mala noticia para sus seguidores: ahora iba a cantar una nueva canción. Esa nueva canción. Pero la aún desconocida novedad se compensó con la popular Lía, con la impresionante Peces de ciudad, con la memorable El hombre del piano. Respuesta unánime de gratitud -de inmensa gratitud- por parte de Sevilla.
La noche, en la plaza de La Maestranza, se cerró con ese sedoso carisma de Ana Belén. Con el carácter de una cantante que es antídoto contra esta época áspera e irritada. Esta época de temperamentos irascibles y gargantas que agitan. Esta época que necesita de las melodías pausadas, de más besos, ternura, derroche de amor; de más voces que suenan a susurro. Esas voces que nos alejan los monstruos grandes que pisan fuerte.
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