artes escénicas

Un bailaor camino de la creación

  • Tras su última etapa en el Ballet Flamenco de Andalucía, David Coria apuesta por su propia compañía, con la que presenta el martes en el Teatro Central la obra 'El encuentro'

A diferencia de muchos bailaores de generaciones anteriores, David Coria pertenece a esa nueva hornada de artistas flamencos que no sólo no tienen miedo a compartir cartel -entre otros motivos porque su preparación técnica es absolutamente incontestable- sino que disfrutan haciéndolo, aprendiendo cada día de quienes los precedieron en las tablas y dando lo mejor de sí mismo en cada trabajo.

Nacido en 1983 en la localidad sevillana de Coria del Río, en el seno de una familia de 11 hermanos, y con unas dotes extraordinarias para la danza, David Coria ha aceptado agradecido todas y cada una de las aventuras artísticas que se le han ido presentando desde que, con 15 años, fuera elegido para formar parte de los talleres de flamenco del Centro Andaluz de Danza.

Haber hecho unas cuantas coreografías no basta para llamarse coreógrafo. Me queda mucho por aprender"

Elegante, versátil y formado también en danza española, con 18 años Coria había participado ya en la Salomé de Aída Gómez (en los escenarios y en la película de Carlos Saura) y era miembro del Ballet Nacional de España (BNE). "Me marcó muchísimo porque tanto en la etapa de Elvira Andrés como en la de José Antonio, un gran coreógrafo del que siempre se aprende, tuve la oportunidad de trabajar y de conocer a grandísimos maestros que ya no están, como José Granero, Pilar López, Mariemma o Antonio Gades. Imagínate lo que fue para mí bailar en la Medea de Granero o en la Fuenteovejuna de Gades", recuerda.

Tres años después, sin embargo, con todo ese legado del que muy pocos jóvenes podían presumir, el bailaor dejó el BNE para emprender aventuras más personales, empezando por Siglo XXI: ópera, café y puro, una pieza de Rafael Estévez y Valeriano Paños (a la sazón Dospormedio & Cía.) llamada a revolucionar el concepto de coreografía por su unión, en clave actual, del flamenco, la danza española y la escuela bolera, y continuando por compañías como las de Rubén Olmo, Rocío Molina, Eva Yerbabuena o Rafaela Carrasco, a la que siguió como repetidor y primer bailarín en su etapa de directora del Ballet Flamenco de Andalucía (BFA), tras ganarse la admiración de público y crítica en obras suyas como Con la música en otra parte y Vamos al tiroteo.

Al filo de los 35 años, Coria se encuentra en el justo centro entre el legado de un flamenco que se fue y el desarrollo de una nueva danza, más teatral, que está tomando caminos muy variados y, en ocasiones, bastante arriesgados. Una posición de privilegio desde la que el artista, siempre inquieto, ha decidido seguir su propio camino. Tras experimentar en Momentos, una pieza realizada para el festival Danza en la Villa de Madrid, el primer fruto maduro de su compañía fue Espiral, un espectáculo estrenado en el Festival de Jerez en 2014, con dirección artística de Estévez y Paños y musical de Jesús Guerrero, que fue unánimemente alabado por la crítica y que, sin embargo, no ha tenido la difusión que hubiera merecido.

Pero el bailaor, entre otras cosas Premio Lorca 2016 al Mejor Intérprete masculino de Flamenco, sigue esforzándose cada día para llegar a expresar su propio sentir con un lenguaje propio. De hecho, sus trabajos coreográficos y de dirección artística o escénica se han visto ya en compañías como el BFA, la de Ana Morales, la Real (del Conservatorio Mariemma de Madrid) o la de los jerezanos Andrés Peña y Pilar Ogalla, y se seguirán viendo en la próxima Bienal de Flamenco de Sevilla (con Rafaela Carrasco en El salón de baile, por ejemplo). Pero eso no es suficiente para él. "Me encanta coreografiar, me fascina indagar en todos los lenguajes de la escena, pero soy consciente de que haber trabajado con grandes coreógrafos y haber hecho algunas coreografías no basta para llamarse coreógrafo. Yo sé que aún no lo soy. Me queda mucho por aprender, pero estoy en el camino", dice.

Hasta ahora, su trabajo más ambicioso es El encuentro, el último espectáculo de su compañía, esta vez con dirección propia, que se estrenó el pasado año en el Festival de Jerez y el próximo martes (21:00) llega al Teatro Central, dentro del ciclo Flamenco Viene del Sur. La pieza, muy alabada en su estreno, se compone de 11 escenas teatralmente enlazadas que protagonizan diez artistas, cinco del baile (él mismo, Florencia Oryan, Paula Comitre, Rafael Ramírez y, como artista invitada, Ana Morales) y cinco músicos (el cante de Antonio Campos y Londro, las guitarras de Jesús Torres -director musical de la pieza- y José Luis Medina y la percusión del jovencísimo Rafael Heredia). En ella, se baila -muchísimo- y se brinda para celebrar esos encuentros de todo tipo que se producen entre las personas, pero también los que tienen lugar en el interior de cada uno, con la danza, con el silencio o con el propio arte.

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