‘Las buenas noches’: la fraternidad de los desvelados
El escritor presenta este domingo en la Feria del Libro de Sevilla su nueva obra, una novela en torno al insomnio.
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“¿Por qué dormís?”, pregunta en algún momento el insomne protagonista de Las buenas noches (Seix Barral), la nueva novela de Isaac Rosa, un personaje intrigado con el sueño al que los demás se entregan sin que las preocupaciones interrumpan ni alteren su descanso. “¿Por qué no os desvela el calor, el frío, el ruido, el silencio, el exceso de energía, el demasiado cansancio, el cuerpo al lado, el cuerpo ausente, los hijos creciendo, los padres envejeciendo, los sucesos de hoy, lo esperado mañana, la culpa, el deseo, el miedo, el amor, el trabajo, el dinero?”, enumera ese tipo condenado a atravesar despierto las madrugadas, y que interpela con su curiosidad exhausta a los otros: “¿Por qué seguís durmiendo? Lo raro es dormir”.
“Hay demasiadas historias personales, familiares, económicas que podrían desvelarte”, analiza Rosa, que presenta este domingo a las 18:45, acompañado de la escritora Rosario Izquierdo, su nueva novela en la Feria del Libro de Sevilla. “Es un misterio lo del sueño, porque hay gente que duerme teniendo todo tipo de problemas y gente que sin embargo es insomne sin razones para ello”, plantea el autor, que tras obras como El país del miedo o Feliz final se afianza de nuevo como uno de los observadores más brillantes para interpretar la sociedad que nos rodea.
En esta ficción, el creador vislumbra que el insomnio quizás no sea sino un síntoma más de un tiempo precario en el que el trabajo marca a las personas, su forma de estar en el mundo, y quienes reclaman el descanso reciben el sambenito de “flojos, gente sin talento ni ambición”, como se lee en Las buenas noches. “Los ejecutivos de multinacionales y finanzas competían por ver quién dormía menos, recurriendo si hacía falta a medicamentos y drogas, porque money never sleeps, y cada hora dormida, cada hora que no operas en los mercados de otros países que siguen abiertos por la diferencia horaria, es dinero que pierdes, que dejas de ganar, que ganan otros”, escribe Rosa en uno de los capítulos.
“Nadie presume en público de dormir muchas horas, lo verían como a alguien que no rinde”, argumenta el sevillano en persona, en una charla que mantuvo hace unas semanas con este periódico. “Recuerdo que durante la campaña electoral la vicepresidenta Yolanda Díaz aseguró en una entrevista que podía funcionar durmiendo dos o tres horas. A mí me gustaría recibir el mensaje contrario, más bien, me gustaría encontrarme a políticos a los que les preocupa también el descanso”, defiende, antes de rebelarse contra la creencia extendida de que las horas robadas al sueño son un peaje necesario para el triunfo. “En el imaginario colectivo se piensa que los gobernantes, los empresarios, también los creadores, duermen poco y que ese sería el secreto de su éxito. La figura del escritor también está asociada a la noche, hay todo un romanticismo alrededor de esto, pero tú con la experiencia te das cuenta de que escribes mejor de día, bien dormido, que la noche no te convierte en un genio como Kafka”.
“Nadie presume en público de dormir mucho, lo verían como a alguien que no rinde”
En la mirada de Isaac Rosa, la vigilia no puede desvincularse de la economía, los ciudadanos no pueden encontrar la calma mientras caminan por el alambre. En Las buenas noches no faltan las alusiones a los autónomos: “Lo he hablado con colegas, de mi profesión y de otras, todos refieren noches en que una calculadora luminosa prende en la habitación oscura, todos se han contado en la madrugada el cuento de la lechera, el cuento de la lechera autónoma; todos han buscado el móvil en la cama para abrir la app del banco o comprobar las fechas de facturas pendientes”.
“He hablado con mucha gente mientras escribía esta novela”, declara Rosa, “he hecho un sondeo a escala reducida, y es verdad que entre los muchos tipos de insomnio hay uno propio del autónomo, igual que por ejemplo los divorciados o divorciables, los que se están separando, tienen sus problemas para dormir. El trabajo del autónomo está marcado por la incertidumbre, y es habitual que te preguntes en mitad de la noche si te salen las cuentas”.
Las reflexiones que brinda la novela se alternan con una sutil historia de amor: la de dos insomnes, un hombre y una mujer que se reúnen para dormir juntos y que sólo en sus encuentros furtivos, a espaldas de sus cónyuges, logran una tregua para sus desvelos. “Es verdad que si tú pasas muchas noches sin dormir la madrugada se te hace muy larga, y si a tu lado duerme alguien plácidamente resulta normal que desarrolles cierto malestar... Pero supongo que esas dos personas que se juntan para dormir tienen algún problema de pareja”, expone Rosa, interesado en los matices de esa relación atípica “donde están todas las piezas, pero falta el sexo”.
“No sé si podría llamarse infidelidad lo que tienen; para sus parejas, evidentemente, sí lo es”, cavila el autor. “Visto desde fuera podemos discutir si merecen ser definidos como amantes. Porque no es solamente acostarse el uno al lado del otro lo que hacen estos personajes: hay una conexión física y emocional, una intimidad muy profunda. Yo quería contarlo como si fuera una historia de pasión, una aventura, y arranca como tal: si no le dijeran de qué va el libro, el lector esperaría que aquello desembocara en una escena erótica”.
“Que tanta gente tenga problemas para dormir revela que algo falla en nuestra sociedad”
En su investigación para escribir este libro, Isaac Rosa descubrió que “somos una sociedad sobremedicada. Me encontré con un dato que de vez en cuando vuelvo a confirmar, porque me cuesta aún creerme: que España sea el país líder del mundo en consumo per cápita de benzodiazepinas. Eso revela que tenemos un problema, si necesitamos medicarnos para dormir o para calmarnos”, razona el narrador, “y la situación habla también del sistema de salud: que te receten directamente quizás refleje que el médico no tiene tiempo para atenderte... La cita que pongo al principio del libro, del grupo francés Téléphone (Mi padre ya no duerme sin tomar sus tranquilizantes, mi madre ya no trabaja sin sus estimulantes), ilustra que estamos consumiendo para mantenernos activos, para rendir, y luego para intentar desactivarnos y bajar el ritmo”.
Rosa aborda también en su obra el remordimiento de quien encara una vida privilegiada pese a todo y aun así no puede conciliar el sueño, una pesadumbre que asalta al protagonista cuando contempla a un sintecho dormido en la calle. “A mí me pasaba algo curioso”, confiesa el escritor. “Empecé a desvelarme en los hoteles, por la extrañeza de la habitación, por lo que fuese. Eso no lo puedes contar, es vergonzoso, porque un hotel de cuatro estrellas lo dispone todo para que descanses. Parecerías el meme este que dice: Problemas del primer mundo. En el insomnio, salvo causas muy dramáticas, no compartes tu situación para no parecer un quejica”.
Aunque Rosa, lo admite en los agradecimientos, se topó con un buen número de amigos en un trance similar, y esa “fraternidad de los desvelados” le hizo sentir menos solo. “Esta falta de sueño nos concierne a todos. Cuando tanta gente duerme mal, algo falla en esta sociedad”, concluye el novelista, que augura que en el futuro se hablará de este asunto con mayor normalidad. “Pasó con la salud mental, se ha abierto un debate sobre las causas y el tema ya está en la agenda. Creo que con el insomnio ocurrirá lo mismo”.
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