Dos caras de la misma moneda
Daniel Veronese/Sebastíán Blutrach Producciones. Autor: Ingmar Bergman. Versión y dirección: Daniel Veronese. Intérpretes: Cristina Banegas, María Onetto, Luis Ziembrowski y Natacha Cordova. Escenografía y vestuario: Diego Siliano. Iluminación: Marcelo Cuervo. Lugar: Teatro Central (Chácena). Fecha: Sábado, 1 de noviembre de 2014. Aforo: Completo.
Hasta ahora hemos asistido a la llegada de directores argentinos que se han asentado, más o menos, entre nosotros y que con sus trabajos con compañías españolas han demostrado el altísimo nivel del teatro que se hace y se disfruta en su tierra. La oportunidad que se nos brinda en el Teatro Central es la de asistir, por fin, a uno de esos fenómenos teatrales desde principio a fin. El mismo grupo, dirigido por Veronese, que ha mantenido la obra durante ocho meses en Buenos Aires ha viajado a España para representar Sonata de otoño en una versión aligerada pero que respeta milimétricamente el original de Ingmar Bergman.
Veronese parece que se ha imbuido tanto de la esencia del sueco que ha planteado una dirección fría, como si quisiese eliminar cualquier atisbo de sangre caliente que se le presupone a los argentinos. La historia desmadrada de una hija fuertemente influenciada por la religión (su marido es pastor) y una madre, famosa pianista, que se ha dedicado más a su profesión que a su familia es vista, treinta y seis años después de que Bergman presentase su película, más como una oportunidad de demostración de un estupendo trabajo de interpretación en manos de Cristina Banegas y María Onetto que como una obra de actualidad.
En 1998, cuando la psicología se democratizaba en las consultas y algunas teorías psiquiátricas responsabilizaban a los padres de las neurosis y sufrimientos vividos por los hijos, la película de Bergman se convirtió en un referente absoluto que abrió todo un subgénero en el que se psicologizaban los diálogos y, lógicamente, los comportamientos entre los miembros de la familia. Casi siempre utilizando como mascarón de proa a la figura materna y como víctima a una hija. El último ejemplo de ello bien puede ser Agosto interpretada por Meryl Streep y Julia Roberts.
Pero han pasado cuatro décadas y la mentalidad ha cambiado. De pronto, la Sonata de otoño de Veronese y su distanciamiento quiera dejar entrever que, quizás, la madre y su egoísmo no son la fuente de todos los males que aquejan a la desesperanzada hija que culpa a la falta de amor de su madre de su propia incapacidad de amar. Que la madre tuvo que elegir entre el éxito en su trabajo o el cuidado de la prole (planteamiento que nunca se le hace al padre) y que una especial sensibilidad y un obcecamiento religioso también puede condicionar el posterior comportamiento de un hijo. Estamos ante un conmovedor trabajo interpretativo y ante la posibilidad de cambiar nuestro punto de vista sobre la obra de Ingmar Bergman.
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