¿Usted qué prefiere, Burdeos o Jerez?
CHATEAU MARGAUX | CRÍTICA
La ficha
****Zarzuela de Manuel Fernández Caballero y libreto de José Jackson Veyán. Intérpretes: Paula Ramírez, Andrés Merino, Amando Martín, Marta García-Morales, Alicia Naranjo y Javier Sánchez-Rivas. Dramaturgia: Alejandro Rull. Vestuario: Inmaculada Crespo. Dirección de escena: Marta García-Morales. Escenografía de la Compañía Sevillana de Zarzuela. Orquesta de la Compañía Sevillana de Zarzuela. Dirección musical: Elena Martínez. Lugar: Espacio Turina. Fecha: Sábado, 11 de octubre. Aforo: Lleno.
En 1835 el banquero sevillano Alejandro Aguado, primer Marqués de las Marismas del Guadalquivir, uno de los reyes de las finanzas europeas del momento, adquirió en la región de Burdeos el viñedo y palacio denominado Château Margaux. Bajo su dirección, tanto el palacio como el vino adquirieron fama por su calidad, hasta establecerse como uno de los vinos franceses de referencia mundial junto a los Château Laffite, Château Mutton Rotschild y compañía. Cincuenta y dos años más tarde Jackson Veyán y Fernández Caballero estrenaron en el Teatro Variedades de Madrid el juguete cómico-lírico Chateau Margaux con una chispeante partitura y una divertida trama que hace del imponderable vino francés su protagonista. Claro que se trataba de una pieza breve en un acto, lo que ha llevado a que Alejandro Rull, cantante y asesor de la Compañía Sevillana de Zarzuela, haya estirado la partitura original (de sólo cuatro números musicales) interpolando con gran acierto y eficacia teatral fragmentos de otras zarzuelas de Fernández Caballero como Los sobrinos del capitán Grant, La gallina ciega, El señor Joaquín y La Viejecita, además del conocido pasoble Ponteareas de Reveriano Soutullo (muy al hilo del medio acento gallego del criado José) y el homenaje al vino de Jerez de Don Gil de Alcalá de Manuel Penella, estableciendo así un eficaz duelo enre los vinos de Jerez y los de Burdeos.
Hay que descubrirse ante la eficacia teatral y cómica de estos arreglos y, sobre todo, de la dirección de escena de Marta García-Morales, ella misma divertidísima como el personaje inventado de la criada narcoléptica, además de estupenda cantante también. Rica escenografía ya casi histórica, rica en detalles de atrezzo y una eficaz dirección de actores llena de comicidad. Las carcajadas del público (que ha abarrotado las tres funciones) son el mejor indicador de la eficacia de la propuesta teatral, que no hubiera sido posible de no contar con cantantes que son también excelentes actores cómicos, como Amando Martín con su doble acento gallego y andaluz, el desparpajo escénico de Marta García-Morales y, ante todo, la descacharrantre pareja Alicia Naranjo-Javier Sánchez-Rivas, que se mueven como pez en el agua en estos papeles cómicos.
En lo musical, Elena Martínez volvió a sacar de la reducida orquesta un sonido y un empaste admirables. Sabe perfectamente cuál es el tempo y la articulación necesaria para cada momento musical, llevando siempre en volandas a los cantantes y embarcando al público en el delicioso y atractivo ritmo de los aires danzables que tan bien dominaba el compositor murciano. Paula Ramírez, con esa voz de plata que posee, timbradísima y penetrante, brillante y que se abre conforme sube en la escala, no sólo actuó estupendamente, sino que se marcó su famoso vals de la borrachera de manera deliciosa y magistral, llena de chispa y de humor. Imponente, más cada día, la voz de Andrés Merino, que llenó la sala con su elogio del vino de Jerez. A igual nivel dentro de sus papeles característicos Marta García-Morales y Amando Martín, voces con espléndida proyección. Sánchez-Rivas defendió con arrojo su parte musical, teniendo que medirse con esa voz poderosa y redonda cuando se expandía de Alicia Naranjo, divertidísmos caricatos los dos.
Hora y media de risas y buena música. ¿Se puede pedir más? Que cada cual brinde con el vino que más le guste deseando larga vida a la zarzuela, que este viernes celebró su Día Mundial.
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