Duane Smith: “No perseguimos nada más; ya vivimos nuestro sueño adolescente”

DUANE SMITH | Líder de la banda The Chevelles

Duane Smith repasa 35 años de carretera, sudor y guitarras afiladas antes del concierto que The Chevelles ofrecen mañana en la Sala Malandar, en una nueva visita a un país que consideran ya parte de su historia

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The Chevelles: Adrian Allen, Jeff Halley, Duane Smith y Dave Shaw
The Chevelles: Adrian Allen, Jeff Halley, Duane Smith y Dave Shaw

Pocas bandas pueden presumir de mantener intacta su chispa después de más de tres décadas recorriendo escenarios de medio mundo, pero The Chevelles siempre han jugado en otra liga. Surgidos a finales de los 80 en Perth, un rincón australiano que ha dado al rock más bandas incendiarias de las que dicta la lógica, Duane Smith —guitarra principal y voz— y compañía se convirtieron pronto en un referente del power-pop fibroso y del garage de arista limpia, herederos de la escuela de Radio Birdman pero con un sello propio, con guitarras luminosas, melodías que enganchan a la primera y una actitud que jamás se ha rendido al paso del tiempo ni a los cambios de moda. Desde entonces, su nombre ha ido construyéndose a base de discos, himnos subterráneos y giras donde el público comprobaba que la banda ha sabido crecer sin perder la fuerza, que ha sabido envejecer sin volverse solemne, y que todavía hoy mantiene ese punto de insolencia juvenil que tanto se agradece cuando se suben al escenario.

Su relación con España, además, se ha convertido en una historia de fidelidad mutua que dura ya décadas. Cada visita ha reforzado ese vínculo, y su llegada mañana a la Sala Malandar promete ser otra celebración de energía eléctrica, memoria compartida y rock de altos vuelos. The Chevelles llegan a Sevilla para recordar —o descubrir— que hay bandas que no envejecen, simplemente afinan mejor su propia leyenda.

Pregunta.Tenía ganas de hacerle esta entrevista y de verlos en directo porque son ustedes una espina que tengo clavada desde los primeros años 90. Por entonces yo organizaba en Sevilla conciertos con las bandas que traía de gira Mounster Tourin’, muchas de ellas australianas: New Christs, Trilobites, Died Pretty; pero The Chevelles se me escaparon. Hábleme de aquella inicial relación de amor con España, que dura todavía.

Respuesta.–Había grandes bandas tocando por ahí en aquella época, los primeros 90. Habría sido divertido girar por entonces con bandas australianas de rock and roll totalmente locas. Me alegra poder quitarle por fin esa espina. La expresión idilio inicial con España es una gran forma de decirlo; empezó hacia 1990. Estábamos tocando un concierto a mediodía llamado Rock Against Work en Sídney, al otro lado de Australia, muy lejos de Perth, y entraron dos tipos españoles, Adolfo y Juan Carlos. Nos dijeron: ¿Queréis venir a España y encabezar nuestro Mardi Gras anual en Inca, Mallorca? ¿Sabéis que sois famosos en nuestro pueblo? Les dijimos que no, que no lo sabíamos, ¡pero claro que sí, vamos! No sabíamos entonces que nuestro disco se había vendido bastante bien aquí. Y, probablemente unas dos semanas después, mandaron —en aquella época usando fax para comunicarnos— 10.000 dólares australianos a nuestra cuenta y conseguimos los billetes de avión y vinimos. Y entonces nos dimos cuenta, para nuestra sorpresa y alegría, de que había bastantes fans españoles a los que les gustaban nuestros discos y nuestra música… ¡y ahí empezó el idilio! Fue una introducción preciosa a España y a los apasionados fans españoles. Tocamos en Inca, luego en el club Revolver y en el viejo y subterráneo El Sol de Madrid, y nos enamoramos de la escena y de algunos bares y bandas de rock’n’roll realmente geniales. A partir de esa chispa hicimos 40 fechas en 42 días por España y Europa, y volvimos a España para algunos conciertos extra al final. Esa fue nuestra presentación al público y la escena española, y supongo que desde entonces simplemente ha continuado ¡16 giras internacionales después!

En estos momentos estamos tocando algunos de los mejores conciertos de nuestra vida"

P.No sé cuándo dijo usted exactamente esta frase: Fuck just getting older, let’s get louder (Al carajo la vejez, toquemos más fuerte), pero parece que la están cumpliendo al pie de la letra.

R.–Sí, creo que cuando una banda envejece es importante no convertirse en una versión de cabaret o de tributo de lo que una vez fue. Tocar rock’n’roll de garage orientado al power pop es tocar rock’n’roll de garage, y tiene que ser bastante ruidoso, bronco y sudoroso. No puedes hacer una versión beige y aburrida de ti mismo cuando llevas años; tiene que seguir siendo potente. Definitivamente nos hacemos mayores, pero también nos hacemos más ruidosos, aunque no por pérdida de audición –risas–. Y creo que en estos momentos estamos tocando algunos de los mejores conciertos de nuestra vida, ahora que Davey Shaw, miembro de la banda, nuestro mejor batería y el cuarto Chevelle, ha vuelto al grupo.

P.Después de 35 años de carretera, lanzamientos y giras, ¿ha cambiado mucho el sentido del rock en su vida?

R.–Con todos los desafíos de la vida, los altibajos, las pérdidas, las tragedias y las alegrías, supongo que el significado de tocar rock’n’roll en mi vida radica en que ha sido el único amor constante que siempre ha estado ahí. También es mi vía de escape creativo en mi vida como psicólogo clínico y del trauma, sin él me marchitaría. Y esto se vuelve más apremiante a medida que envejezco.

Si muriera hoy, sería feliz de haber vivido una vida plena"

P.¿Qué balance hace de una carrera de más de tres décadas? ¿Alguna cuenta pendiente, alguna asignatura sin aprobar?

R.–Hago balance con una sonrisa y una profunda gratitud. No hay asuntos pendientes; el viaje del rock and roll continúa sin freno. Si muriera hoy, sería feliz de haber vivido una vida plena. Y más plena aún gracias al rock and roll. Aunque terminar el nuevo álbum estaría bien –más risas–.

P.La carrera de la banda ha sabido esquivar muchas modas: punk, grunge, britpop... ¿Cree que esa resistencia a los cambios masivos ha sido un arma o un lastre?

R.–Probablemente ha sido un arma, aunque quién sabe. Creo que la clave para la longevidad de una banda es ser un grupo de amigos comprometidos con un interés común, que aman lo que hacen y sienten pasión por la música que crean y tocan, y la capacidad de resistir y esquivar ser asociados o definidos por esas grandes tendencias o géneros. Las modas vienen y van y al final se agotan. Así que si has basado tu carrera en una nueva tendencia y te han encasillado en un género, tu capacidad de permanencia se reduce. Para nosotros creo que ha sido un arma no ser encasillados ni definidos por una moda.

P.Y el nuevo single Caveman, ¿es una mirada nostálgica, una reafirmación, una provocación o un nuevo comienzo?

R.–Buena pregunta. Probablemente todo eso junto, en la misma sopa. Escribir y cantar una canción sobre la naturaleza primaria y consensual del amor y del sexo entre una cavernícola y un cavernícola, en los tiempos que corren, podría considerarse provocador, pero estamos tan obsesionados con no ofender a la gente hoy en día, que a veces perdemos la verdad, el humor y la esencia de lo divertido que es vivir. El sexo puede ser tierno, pero también primario y poderoso para ambas partes. Además, es simplemente un tema de los 60 basado en un riff, escrito por diversión, no hay que tomárselo demasiado en serio. Y queríamos volver a nuestras raíces y a nuestro sonido de garage.

The Chevelles
The Chevelles

P.En un mundo saturado de nostalgia revivalista, ¿cómo logran que The Chevelles siga sonando auténtico, sin caer en la imitación o el pastiche?

R.–Cuando llevas tanto tiempo como nosotros, la nostalgia revivalista viene y va, una y otra vez, en oleadas. En tres décadas y media hemos visto muchísimo. Y vuelve continuamente a los sonidos del primer rock and roll porque, básicamente, es música jodidamente buena. Somos una mezcla mestiza de nuestras influencias y experiencias; sale de ti de forma natural. Tiene que ser tu sonido auténtico, y ahí está la clave. Nos han llamado power pop, garage, 60’s, punk, punk pop, alternative 90s, paisley pop… difícil definirnos en un solo género. Para mí todo es rock and roll, y The Chevelles suenan a The Chevelles; esa es nuestra alquimia.

P.Habiendo visto crecer la banda desde el underground australiano hasta giras mundiales, ¿qué momento de su historia recuerda como el que los definió para siempre?

R.–Creo que uno de los momentos más definitorios —y sobrios— para mí fue la primera vez que subí al escenario del Entertainment Centre de Perth, la mayor arena de allí, con capacidad para 10.000 personas. Mi primera banda, The Freuds, teloneaba a una famosa banda australiana de hard rock llamada The Angels, que estaban en su mejor momento. ¡Y sus fans eran brutales! A los diez minutos de nuestro set nos abuchearon y empezaron a corear fuck off, fuck off… probablemente unas 2.000 personas haciéndolo durante los 30 minutos de actuación. Recuerdo pensar: Bueno, si podemos soportar esto, podemos soportar cualquier cosa. Fue un momento definitorio; tocar rock and roll en Australia era duro, pero lo que no te mata te hace más fuerte.

Nuestros conciertos son una carrera salvaje de más de 60 minutos"

P.¿Qué es más difícil, mantener la juventud sonora de una banda o convencer al cuerpo, después de 35 años de conciertos, de que siga diciendo que sí a cada locura?

R.–Se desatan las risas– Gran pregunta. Dicen que el amor es una locura divina, y supongo que si amas tocar rock’n’roll como nosotros, también es un tipo de locura. Es extremadamente adictivo subir y tocar en directo, así que mantener el sonido juvenil no es un problema, precisamente por esa locura y esa pasión. Seguimos estando relativamente en forma, así que los conciertos siguen siendo enérgicos, nada de cabaret aquí. Eso sí, llevo Celebrex para las rodillas y necesito dormir bien para soportar una gira, o el cuerpo se desmorona. La edad es un concepto, y como dijo Clint Eastwood: Nunca dejes que el viejo se te meta dentro.

P.Preparando esta gira por España, ¿han rehecho o reimaginado algún tema clásico para darle una nueva vida en el escenario? ¿Cómo deciden el setlist entre un legado tan extenso y la necesidad de tocar material nuevo?

R.–Sí, hemos trabajado bastante este setlist para nuestra gira del 35 aniversario. Hemos incluido algunos de los nuevos singles digitales, clásicos de los primeros discos y algunas de nuestras versiones favoritas, incluyendo Aloha Steve and Danno de Radio Birdman, ¡siempre funciona en directo! Tenemos un álbum del 35 aniversario en vinilo rojo a la venta en los conciertos, que incluye los últimos cuatro singles y muchas caras B favoritas. Hacer un setlist es complicado porque hay más de 100 canciones entre las que elegir. Tienes que tocar los clásicos, y ahí están todos, en un set que es una carrera salvaje de más de 60 minutos.

Hay algo realmente glorioso en destrozar un escenario con voltaje, volumen y melodías"

P.Hablemos del futuro, para ir terminando. Después de tantos kilómetros, tantas salas y tantos años gritando contra el silencio, ¿qué pequeño milagro del rock le gustaría seguir persiguiendo los próximos 35 años?

R.–Creo que el rock’n’roll en sí mismo es un milagro. Ha enriquecido la vida de tanta gente en el mundo, incluida la nuestra… y no creo que estemos persiguiendo nada más ya. Pero eso no significa que no tengamos hambre. Creo que ya lo encontramos: la gloriosa oportunidad de tocar rock’n’roll sudoroso y ruidoso por todo el mundo. Eso es algo que ya hemos conseguido, hemos vivido nuestro sueño adolescente. Así que no perseguimos nada más; estamos felices y en paz con cómo se desarrolla la historia.

P.Déjenos un mensaje final al público sevillano.

R.–Séneca, que era de ahí cerca, dijo que la vida es larga si la usas bien. Y el rock’n’roll ha hecho que la mía sea plena. La intensidad de pasar el tiempo, crear y tocar música con mis mejores amigos durante 35 años por todo el mundo no se me escapa. Las penas y las alegrías de nuestro viaje se convirtieron en historias, las historias en letras, las letras en canciones; y al final, después de más de 1500 conciertos, se convirtieron en las manchas de sudor de una Telecaster del 69. La ruta del motoclub del rock’n’roll continúa. Hay algo realmente glorioso en destrozar un escenario con voltaje, volumen y melodías que conectan a todo el mundo de una manera casi primal. Es adictivo y, tras 35 años, seguimos siendo unos adictos al amor por el rock and roll. A los fans de Sevilla: muchas gracias por seguir siendo una parte esencial de esta historia, que continúa desarrollándose. ¡Muchas gracias! ¡Nos vemos pronto!

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