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Cine

El cine hace como si...

  • Ferrara, Loach, Rouch e Iosseliani protagonizan las cuatro nuevas entregas en DVD de 'Cine, de nuestro tiempo'

Con el anuncio de una nueva entrega dedicada a Víctor Erice, la serie documental que coordinan desde 1964 Jeanine Bazin y André S. Labarthe prosigue firme en su empeño de reconstruir una posible historia del cine moderno a partir del acercamiento a la personalidad y el trabajo de algunos de sus cineastas más importantes. El sello Intermedio completa ahora una primera fase de ediciones de la serie en el mercado español con los episodios dedicados a Ferrara, Loach, Rouch e Iosseliani, documentales que, como de costumbre, vienen acompañados de breves ensayos, abundante material informativo (CD-ROM) y un cortometraje que, en cierta medida, se alinea con la estética o algún aspecto de la obra de cada director aludido.

En Abel Ferrara: not guilty (2003), el iraní Rafi Pitts nos adentra en el enérgico caos de un día en la vida del director de Teniente corrupto o New Rose Hotel. La cámara lo persigue, a duras penas, por las calles y rincones nocturnos de Nueva York, recogiendo su carácter indomable y salvaje, su verborrea afilada e incorrecta, sus encuentros con amigos y desconocidos, pero también sus intensas sesiones de trabajo en el rodaje de un videoclip. El cuerpo deforme del cineasta se funde con su entorno sin solución de continuidad, un cuerpo que parece soportar adicciones, frustraciones y desamores de la misma manera que lo soportan muchos de los protagonistas de sus filmes. Como nos recuerda Manuel Yáñez, "Ferrara demuestra que, a veces, vida y cine son una sola y misma materia".

Bien distinto es el perfil de Loach en Citizen Ken Loach (1996), de Karin Dridi. Al director de Lloviendo piedras o Tierra y libertad lo vemos correr con su equipo detrás de unos manifestantes en Liverpool, pero también esconderse de la cámara que le interroga sobre los motivos de su estética realista o su insistente lucha contra las injusticias. Tímido y huidizo, Loach sale como puede del atolladero y deja que sean sus cómplices, actores, guionistas y amigos, los que lo expliquen y santifiquen en su labor de cineasta al que le importa más la vida que el cine y que busca ante todo el respeto por el otro.

En Mosso, mosso (Jean Rouch como si…) (1998) nos acercamos al pensamiento y los modos de trabajo de Jean Rouch de la mano de Jean-André Fieschi. Hacer como si... encierra toda una filosofía de su trabajo documental y etnográfico, pionero de aquel controvertido cinema-verité de los sesenta, un trabajo que nos descubrió África limpia de la mirada folclórica y occidental (Moi, un noir, Les maîtres fous) para acercarnos verdaderamente a la experiencia del otro a partir de la provocación, la fabulación y la reconstrucción (aquí a orillas del río Níger) que trascienden el mito de la pura observación.

En Otar Iosseliani. El mirlo silbador (2006, Julie Bertuccelli) nos encontramos al director georgiano de Érase una vez un mirlo cantor o Lundi matin en pleno proceso creativo, luchando (agriamente) con su productora por sacar adelante todas las secuencias de su Jardins en automne, dibujadas al detalle en un story-board que nos prepara para una poética, barroca y musical sucesión de coreografías humanas, dirigidas silbato en boca, herederas de la estética de los cuerpos de Chaplin, Keaton o Tati, dispuestas a desafiar los espacios y el movimiento de la cámara.

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