No duerme nadie
Ciudad sin sueño | Crítica
La ficha
*** 'Ciudad sin sueño'. Drama, España-Francia, 2025, 90 min. Dirección: Guillermo Galoe. Guion: Guillermo Galoe, Víctor Alonso-Berbel. Fotografía: Rui Poças. Intérpretes: Antonio Fernández Gabarre, Bilal Sedraoui, Jesús Fernández Silva, Luis Bértolo.
Desde sus primeras imágenes, se hace evidente que el acercamiento de Guillermo Galoe al barrio marginal de la Cañada Real de Madrid busca apartarse conscientemente del retrato social o antropológico. Las imágenes viradas por un filtro del teléfono móvil grabadas por uno de sus protagonistas adolescentes ponen ya la distancia, los colores y el tono lírico y surreal al que aspira un filme que toma el relevo de Aunque es de noche, el corto anterior de Caloe rodado en el mismo sitio y con el que consiguió el Goya en 2023.
Ciudad sin sueño se distancia así del mero documento o la sociología para convertir aquel espacio sin luz eléctrica, agua corriente e infraestructuras mínimas poblado mayoritariamente por gitanos en un marco suspendido entre la realidad y el sueño, entre la materia ruinosa de sus escombros y basuras y los relatos y leyendas que lo atraviesan como territorio mítico en vías de desaparición en aras de los nuevos desarrollos urbanísticos.
Y allí observamos y descubrimos a través de Toni, un quinceañero atrapado entre viejos litigios vecinales, desencuentros familiares, amigos que se marchan a pisos protegidos y juegos de calle entre una fauna particular de galgos, iguanas y aves tropicales. Junto a él nos adentramos en ese ámbito con reglas propias, y junto a él se nos revela también su negativo saturado por la cámara, los juegos de sombras y la paleta cortesía del portugués Rui Poças, mientras la narración se resiste a abrirse paso con claridad y la marginalidad más explícita acecha en los rincones que aún se mantienen en pie.
Tal vez ahí residan el principal hándicap y también la mayor originalidad del filme: en esa resistencia a hacer ficción abiertamente mientras el tiempo parece detenido o moverse circularmente en la búsqueda de destellos de belleza y poesía donde uno menos podría esperarlo. Los ecos lorquianos del título se filtran también en la Cañada Real a través de Enrique Morente, que nos despide, como se despiden algunos de sus protagonistas camino de del verdadero desarraigo, de esa ciudad propia y tal vez soñada que muy pronto ya sólo quede documentada e imaginada en esta película.
También te puede interesar