Cuatro colores para un arcoíris

Juan Vergillos

25 de noviembre 2011 - 05:00

Baile, coreografía y dirección: Javier Barón. Guión: Javier Patino. Cante: José Valencia. Percusión: José Carrasco. Lugar: Sala Joaquín Turina. Fecha: Jueves, 24 de noviembre. Aforo: Lleno.

Se trata de cuatro intérpretes superdotados en la plenitud de su arte. Y complementarios, además. A la sociabilidad, plástica y sensual, de José Valencia, opone Patino el intimismo, la serenidad. A la entrega del de Lebrija, la contención, el lirismo. A los fandangos abandolaos, puro brillo vocal, opuso el de Jerez un instrumental por guajiras de luz, pulcras, despejadas, blancas. El sevillano José Carrasco puebla de sutilezas un oficio que en otros es crudo de pura fuerza. Carrasco no es sólo músculo, es también inventiva.

Y el de Alcalá: Barón. Hizo cuatro bailes, uno de ellos, por cantiñas, casi una miniatura. La seguiriya fue contundencia y solemnidad destreza, virtuosismo del contratiempo y entrega. Pero en Barón la fuerza y la entrega encuentran su complemento en la elegancia, en la figura de brazos y cabeza y en la seguridad, con vueltas incluidas, con la que domina horizontalmente todo el escenario. En la soleá por bulerías hubo liturgia y, al final de la misma, juego. A ritmo binario compuso un mosaico de farrucas, tarantos y tangos.

Es uno de los intérpretes más destacados de su generación, completo, enjundioso, y al mismo tiempo asequible para todos los públicos, sin arcaismos ni excesos dramáticos. Pura danza.

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