Irresponsables

Opinión | Crisis de la ROSS

La ROSS dirigida por John Axelrod el pasado mes de febrero.
La ROSS dirigida por John Axelrod el pasado mes de febrero. / Juan Carlos Muñoz

La Real Orquesta Sinfónica de Sevilla está infrafinanciada, carece del personal necesario para cumplir los fines para los que fue creada y sus profesores cobran salarios modestos. En los últimos años, sucesivos déficits la han colocado en situación legal delicada que ha tenido que ser parcheada con aportaciones extraordinarias de las instituciones de las que depende (Junta y Ayuntamiento). Sus problemas son en esencia los mismos de las otras tres orquestas andaluzas institucionales: la falta de recursos.

Es evidente que el modelo hace aguas. Las hizo desde siempre, porque las cuatro grandes orquestas andaluzas se crearon desde el entusiasmo y la emoción del momento y no desde la reflexión serena sobre sus costes y beneficios de futuro. Pero corresponde a las personas que hoy ocupan los cargos públicos en las instituciones, como legítimas representantes de los ciudadanos, definir ese modelo, articularlo y gestionarlo.

Los profesores de la ROSS quieren llamar la atención sobre su situación, y es razonable que lo hagan. Medios tienen de sobra para ello: la producción y circulación de ideas es libre en nuestra sociedad y las plazas públicas están abiertas a sus actuaciones reivindicativas, como la que ofrecieron hace días frente al Ayuntamiento. Sin embargo, han optado irresponsablemente por la huelga, castigando con ello al cada vez más escaso público que asiste a sus actuaciones.

Su decisión es irresponsable porque liquida de un plumazo los dos últimos conciertos de un ciclo de catorce (es decir, ¡nada menos que el 14% del abono!) y lo hace justo en las semanas en las que se presenta la próxima temporada y los abonados, que no han dejado de menguar en los últimos años, deben decidir sobre qué hacer con sus reservas de localidades para el curso que viene.

Es una decisión irresponsable porque genera un clima de hostilidad, desconfianza y confrontación que no es el más apropiado para los patrocinadores, benefactores y colaboradores del conjunto que, también en estos días, deben pensar y decidir sobre el futuro de su relación con la orquesta. El efecto que medidas así puede tener sobre nuevos patrocinios resulta incluso más perturbador.

Es una decisión irresponsable por desmesurada, porque se entiende mal, ya que llega justo después de las aportaciones extraordinarias de Junta y Ayuntamiento para saldar el déficit acumulado, lo que en principio apunta a una voluntad de protección y continuidad institucionales.

No, no hay ningún riesgo de disolución ni peligros semejantes se avizoran en el horizonte. La situación, incómoda sin duda desde hace tiempo, dista mucho de ser alarmante y responderle con una medida extrema como la de la huelga en un momento tan inoportuno como el del fin de curso tiene más de inquietante bumerán que de medicina reactiva.

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