Hunt. Caza al espía | Crítica

Espionaje, acción, confusión

Una imagen de este thriller coreano ambientado en los años 80.

Una imagen de este thriller coreano ambientado en los años 80.

A la espera del estreno del mejor thriller surcoreano de la temporada, que no es otro que Decision to leave, de Park Chan-Wook, Hunt. Caza al espía, primer largo del popular actor Lee Jung-jae (El juego del calamar), nos lleva a los años 80 de la Guerra Fría entre las dos Coreas y su particular geopolítica para desplegarse al más puro estilo hipertrofiado y pirotécnico del género marca de la casa en una de esas tramas enrevesadas en las que es literalmente imposible ubicarse entre juegos trileros de agentes dobles y espías encubiertos, protagonistas que se parecen demasiado y un despliegue de secuencias espectaculares que irrumpen cada vez que uno pensaba que se había subido por fin al carro del argumento.

Con presupuesto holgado y brío malabarista, Lee no hace prisioneros en su imparable propulsión narrativa, sus acelerados saltos temporales, sus cambios de escenario (de Washington a Tokio, de Seúl a Bangkok) o su regodeo en la acción violenta que deja a sus dos antagonistas, agentes enfrentados y siempre malencarados dentro de los servicios de inteligencia de una Corea del Sur corrupta y con déficit democrático, a los pies de los caballos intentando desvelar cuál de ellos es el traidor y cuál el patriota, asunto nodal que, por supuesto, se guarda numerosos giros, revelaciones y ases trágicos en la manga casi hasta el último minuto. Llevada en volandas por la caprichosa dinámica interna del género antes que por cualquier voluntad de fidelidad a la lógica o los acontecimientos, Hunt entretiene tanto como confunde.