Pico Reja | Crítica

Huesos que hablan

Una imagen de los huesos encontrados en la fosa común de 'Pico Reja'.

Una imagen de los huesos encontrados en la fosa común de 'Pico Reja'.

La Memoria Histórica sevillana es la gran protagonista de este nuevo documental que sigue la estela de trabajos recientes como El silencio de los otros o los de la productora Intermedia (de Presos del silencio a Horacio, el último alcalde) para poner el foco en una de las fosas comunes recientemente descubiertas en los terrenos del cementerio de Sevilla que ha revelado los asesinatos cometidos (se estima que hay 2.000 cadáveres tan sólo en 'Pico Reja') por el franquismo contra los perdedores y represaliados de la Guerra Civil.

Una cierta ortodoxia y una narrativa conocida se apoderan de un formato que sigue el trazado oral de los testimonios de familiares de las víctimas, expertos, arqueólogos y forenses y que se completa con el no menos clásico material de archivo fotográfico y documental procedente del No-Do y otras fuentes de la época, también de los archivos radiofónicos que revelan aquellas siniestras alocuciones de Queipo de Llano invitando a la crueldad y el ensañamiento contra los perdedores, muy especialmente contra las mujeres, madres, hermanas y viudas de los que quedaron amontonados en las fosas después de haber servido como libertos para las nuevas obras de un régimen que quiso hacer tabula rasa levantando un muro de control, miedo y olvido inmediato.

Nada demasiado novedoso aunque todo igualmente necesario en este objetivo ortodoxo de la Memoria Histórica de restituir la verdad, la dignidad y la esperanza de cierta justicia a las familias de los desaparecidos, posiblemente algo estirado y reiterativo en sus ideas y desarrollo, e indudablemente cursi y almibarado cuando, entre una historia y otra y a cada nueva revelación testimonial de la tierra, Antonio Manuel y Rocío Márquez se empeñan en poner al asunto banda sonora cantada y poética en forma de nana aflamencada.     

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